El artículo de Kimberly Greene sobre la interdisciplinariedad y el pensamiento crítico despierta de nuevo el interés dado que vuelve a recordar la idea de cómo los estudiantes siguen obsesionados con lo que entra en el examen. Lógico, es lo que les transmitimos en casa y en el colegio. Me encantaría oír más a menudo eso de: «ahora aprenden de otra manera, para cundo nosotros aprendíamos esas cosas, teníamos que empollar un montón»
No se da en todos los casos, todos tenemos que pedir que los estudiantes tengan en la cabeza lo que podríamos llamar «una pequeña base de datos» sobre la que poder edificar, para poder analizar o sintetizar, profundizar, conectar ideas, generar nuevas. La diferencia es cómo conseguimos esa base de datos. Muchas veces es cuestión de utilizar esa información para edificar, analizar o sintetizar, profundizar, conectar ideas o generar nuevas. Un ejemplo. Si tienes que aprender los grupos de nutrientes y además en inglés, no sólo dibuja la tabla y ponle etiquetas, usa esos alimentos para elaborar una dieta para alguien que tiene problemas de colesterol o diabetes, o necesita reducir su peso. Razona qué necesitas para que no haya exceso de grasa animal y cuenta por qué es mejor para las arterias. Justifica tus decisiones. Seguro que no pasa por alto qué grupos de nutrientes tienen más beneficios y cuáles son peores. Y cuéntaselo a la clase. Si haces un vídeo o una presentación que apoye tus tesis tiene más empaque.
Emociónate con lo que haces.
Método Emilia, Plan Maestro para mejorar la Calidad de los Aprendizajes en Aula, y ya…