John Bergmann and Aaron Sams, muy conocidos de los que estamos tan interesados por la clase inversa, escriben sobre cómo cambia el manejo de una clase cuando nuestro objetivo deja de ser mantener a los alumnos callados para pasar a conseguir que se involucren en el trabajo. Cuentan, con mucha razón, que se nos va mucha energía en buscar una clase muy ordenada y silenciosa, que esa energía es mucho más útil en la atención al alumno, ya sea de forma individual como en grupo. Explican, asimismo, cómo la perspectiva cambia cuando pasamos de la parte delantera de clase al lugar en el que los alumnos están, entre ellos, cerca de ellos, ayudando, guiándoles en un aprendizaje más profundo.

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El primer cambio de chip: el ruido es bueno. Ahora toca elegir cómo utilizar ese tiempo y energía, y es cuando debemos buscar estrategias de gestión del aula completamente diferentes  a lo que venimos utilizando. ¿Debemos asistir a los alumnos con más dificultades, desafiar a los que van por delante, potenciar a la media? Tenemos la posibilidad de hacer todo ello, hay que buscar la medida. Por ello hablamos de un modelo, un cambio metodológico total en nuestra aula. Por supuesto, nos encontramos alumnos que aprovechan esa libertad como una licencia para hacer lo que quieren. En mi opinión, estos alumnos serían aquellos que desconectan en una clase tradicional, es decir, no por tener más posibilidad de distraerse pierden el interés por lo que están haciendo. En todo caso, el profesor tiene que controlar esta situación, de la misma manera que le toca hacerlo en una clase tradicional, aunque se ve diferente…

La solución que proponen Bergmann y Sams es trabajar individualmente, incluso en contacto con las familias, la actitud del alumno, prestarle atención al comenzar la clase, darles pautas, que el alumno sepa que nos importa cómo trabaja. Notaremos muy bien cuándo el alumno no sigue el ritmo que debe porque se retrasa mucho con respecto al grupo, esto es lo que nos interesa más ahora. En reuniones de orientación con el alumno y los padres, los autores del artículo cuentan cómo el tema central de la tutoría deja de ser si el alumno se comporta bien en clase para pasar a comentar cómo va alcanzado objetivos de aprendizaje. De alguna manera, intuímos que el alumno acaba por autogestionar su comportamiento, no hay un set de normas que exigen al alumno estar más pendiente de la forma que de lo que nos importa, su aprendizaje. No queremos decir con esta afirmación que un buen comportamiento en clase no es importante, más bien se trata de aprender estas normas de otra forma, movido por el interés por lo que estamos haciendo, no porque hay que hacerlo y ya está. En todo caso, el aprendizaje es más profundo… La clase se llena de aprendizaje, compromiso, investigación.

 

 Tomado del artículo: Classroom Management and the Flipped Class