No hay, a mi juicio, nada más pernicioso que el voluntarismo pedagógico y la innovación sin contraste y es fácil entender por qué. Nuestra acción va dirigida a personas y, por tanto, debe estar basada en las mejores evidencias de investigación disponibles. Es cierto que no es fácil disponer de ellas, particularmente de evidencias experimentales, con adecuados grupos de control, con entornos que puedan ser estandarizados, pero no lo es menos que la acción educativa debe apoyarse en el mejor conocimiento disponible. Cierto que la educación es extraordinariamente contextual y los que nos dedicamos a la investigación experimental apenas logramos controlar unas pocas variables. Pero mejor un estudio quasi-experimental que una ocurrencia no basada en evidencias de investigación. Admito que difícilmente llegamos a establecer leyes en la investigación pedagógica, quizá sí cuasi-leyes, o relaciones probabilísticas entre variables en determinadas condiciones. De acuerdo, pero ¿qué sería de la acción pedagógica aplicada sin la investigación experimental o de otro tipo? ¿Sin el conocimiento demostrado?

Cuestiones epistemológicas aparte, que no son del caso, es cada vez más frecuente que se ofrezcan por instituciones, asociaciones o grupos diversos, informes o surveys sobre resultados de la aplicación de metodologías, materiales, estrategias de aprendizaje, etc.  No son investigaciones sensu stricto, pero son las opiniones cualificadas de actores educativos que están «experimentando» una determinada metodología o llevando a cabo cierta innovación, por ejemplo. De este modo, si no generalización, se puede dar una cierta analogación de resultados que tiene indudable valor. Tal es el caso del estudio recientemente publicado por Faculty Focus, que recoge los resultados de una encuesta realizada a profesores seguidores de la plataforma mencionada. Contestaron 1024 y sobre ellos se dan los porcentajes que se señalan más abajo sobre su experiencia con la enseñanza inversa.

Subo el informe a Calaméo para que pueda leerlo entero el que le interese, pero incluyo a continuación las principales conclusiones para los que tengan menos tiempo o interés:

  • El 69,5% de los profesores han intentado invertir alguna actividad, clase o curso y se plantean hacerlo de nuevo.
  • El 5,49% de los que lo han hecho no se plantean repetir la experiencia.
  • La tercera parte (31,8%) de los que han invertido de algún modo la enseñanza lo hicieron el año anterior.
  • La mayor parte de los profesores que han invertido su enseñanza lo han encontrado positivo, tanto para ellos (70,3%) como para sus alumnos (64,8%).
  • Las principales razones para invertir sus clases incluyen un deseo de aumentar la participación de los estudiantes (79,3%) y mejorar el aprendizaje de los mismos (75,8%).
  • En términos de los beneficios reales, casi las tres cuartas partes veían mayor compromiso de estudiantes (74,9%), mientras que más de la mitad vio evidencia de la mejora del aprendizaje (54,66%).
  • Más del 80% señaló que los estudiantes eran más colaborativos y el 76,61% dijo que hacían más preguntas, mientras que casi la mitad (48,75%) también observó cierta resistencia estudiantil.
  • La barrera más frecuentemente para el profesorado que quiere probar la inversión es el tiempo limitado del que dispone.
  • Casi el 70% dijo que era un reto.  Muy significativo (38,1%) o un reto importante (31,61%).
  • De los encuestados que no están interesados en el aprendizaje inverso, el 38,9% dijo que no saben lo suficiente sobre él y el 27,4% consideró que era una moda pasajera.

Y tú, ¿cómo lo ves?¿ hay razones para animarse a explorar un enfoque pedagógico que pone al alumno en el primer plano de su aprendizaje? Algunos estamos convencidos de que sí las hay, y muchas. Poner al alumno en el centro de la escena no es una expresión bonita, es una necesidad para que tome las riendas de su aprendizaje y desarrolle competencias que, como espectador, difícilmente logrará. Es el único modo de que pueda desarrollar todo su potencial, su talento. Precisamente por eso me interesa y lo promuevo, porque es estrictamente paidocéntrico, personalizado, por lo que es camino para el despliegue del potencial. Y, precisamente por ello, no creo que se trate de una moda pasajera, como tantas, al menos en sus principios inspiradores de fondo que son los que más nos importan. La tecnología naturalmente que cambiará -todos los días lo hace-, pero como dije tantas veces, la tecnología es el sobre, la pedagogía la carta y la persona no pasará de moda.