A mediados de los años ochenta se pone en marcha en EE. UU. un proyecto de investigación denominado Apple Classrooms of Tomorrow (ACOT) con un objetivo primordial: crear un entorno de enseñanza-aprendizaje en el que la utilización de la tecnología sea algo normal, cotidiano, como puede serlo la utilización de la pizarra o del bolígrafo. Este proyecto buscaba la extensión del alcance de los procesos de aprendizaje, utilizando la tecnología como herramienta de construcción de conocimientos, no solo en el aula, sino en otros entornos como la biblioteca, el laboratorio, etc.
Los esfuerzos iban dirigidos a lograr un entorno de enseñanza donde se combinara la instrucción directa (tradicional) con la construcción del conocimiento, favoreciendo actitudes colaborativas entre los alumnos y entre profesores y alumnos. Aunque este contexto se centraba en el profesorado de enseñanza primaria y secundaria, es perfectamente aplicable, en cuanto al «cambio» producido, al panorama de la educación universitaria y corporativa o empresarial.
Rápidamente se comenzó a observar que la pieza clave del éxito de este nuevo contexto de aprendizaje era el profesor. Éste era el primero que tenía que adaptarse a las nuevas circunstancias, dando un paso fundamental que consistía en abandonar su rol de experto para favorecer el establecimiento de una comunicación bi-direccional con el alumno. El cambio de rol podía suponer en algunos casos un auténtico desafío, pues exigía romper los moldes de la formación tradicional del profesorado.
En este video, podéis ver las fases descritas en este modelo.
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