Gracias a los avances de la tecnología, la escuela también se ha visto beneficiada con nuevos sistemas, dispositivos, programas, servicios y demás, que prometen ser la solución a los problemas de aprendizaje, ofreciendo productos que permitirán un aprendizaje vivencial, acaso inmersivo, de los estudiantes. Este hecho, sumado al discurso de los «nativos digitales» ha sido todo un «boom» de negocio para muchas empresas y expertos en innovación, así como también para las escuelas que han entrado en seria competencia por adquirir más software y equipos que las mantenga siempre a la vanguardia. Ser una escuela moderna, que vaya en camino a la transformación digital, ya no es una opción: se convirtió en un deber.
Bueno, también existe el otro lado de la moneda, aquellas escuelas que le han cerrado las puertas a la tecnología digital, negando en gran medida lo que la tecnología puede ofrecer al mejoramiento de los niveles de aprendizaje de sus estudiantes, basadas en propuestas y proyectos que han mantenido a través de los años.
Esté nuestra escuela de un lado o del otro, o en algún punto intermedio; es real que los estudiantes de hoy pasan la mayor parte del tiempo conectados a Internet. Estudios como el realizado por Common Sense Education en 2015 muestran que los niños de 8 a 12 años pasan 6 horas diarias frente a la pantalla de algún dispositivo electrónico y los adolescentes, de 13 a 18 años, pasan 9 horas diarias, en promedio. La mitad de estos tiempos, conectados a Internet.
Ahora, ¿qué hacemos frente a esta información? ¿Qué rol debe asumir la escuela sabiendo esto?
El camino más simple es ignorar o ser prohibitivos, aduciendo que es dañino y que no contribuye a la formación educativa de los estudiantes. Eso es no enfrentar la situación, no querer convertir el «problema» en posibilidad, dejar en manos de los estudiantes su desenvolvimiento en la web; en resumen, ignorar la realidad.
La ciudadanía digital es el conjunto de herramientas y criterios que nos permiten tomar decisiones seguras, inteligentes y éticas en línea. Este hecho implica que es algo que se puede formar, educar. Y la escuela, que busca educar a los jóvenes para ser ciudadanos responsables y con principios éticos, no puede mirar a otro lado cuando se trata de ciudadanía digital. Esto está pasando hoy, es parte de nuestro día a día y lo será cada vez más en el futuro.
Educar y formar en seguridad y privacidad en la web, como manejar las relaciones y la comunicación digital, en reputación e imagen digital, derechos de autor, cyberbullying; no hará más que contribuir con la formación integral de los estudiantes y es la verdadera educación de vanguardia que necesitan ofrecer las escuelas hoy. Mirar hacia otro lado es ignorar la realidad de los estudiantes, es ofrecer una educación incompleta y descontextualizada.
Las escuelas tienen una enorme responsabilidad hoy para que los jóvenes y el mundo laboral de mañana sean como los soñamos.