Julie Burstein habla de creatividad de una forma algo diferente, nos da algunas ideas que, después de darles algunas vueltas, pueden ayudarnos a encontrar la fortaleza desde la debilidad… o así me lo ha parecido.
Sin duda, los errores nos enseñan mucho. En estas páginas estamos de continuo pensando que buscamos el cambio en la forma en que trabajamos en clase, en cómo nuestros alumnos deben aprender gracias o a pesar nuestra, pero aprender. El tema es que nos da miedo no hacerlo bien, salir de nuestro rincón (lo que se supone que siempre nos ha funcionado, la zona de confort) para arriesgarnos y, con toda probabilidad, no «cubrir todos los contenidos». Y no. Más vale calidad que cantidad, porque luego se multiplica, a la larga se gana mucho.
El ser creativo suele sentir que existe diferencia entre lo que quiere hacer y lo que le sale. Para ser creativo hay que leer, estudiar, investigar, comparar. El creativo se lo ha trabajado, las cosas no salen de la nada. Para innovar hay que indagar, interesarse, preguntarse y buscar respuestas, hay que enredar. Para ello estar atento y abierto a lo que está pasando es prioritario, hay que aprender de lo que se tiene, utilizarlo optimizando recursos, sea lo que sea. No podemos decir que no podemos innovar porque no tenemos en clase la última tecnología. La última tecnología se llama «ganas de hacer cosas».
En general, para mejorar hay que cambiar lo que se hace normalmente. En ocasiones, una limitación es lo que te está abriendo una puerta. Desde la derrota se puede crear y no es difícil que salga algo brillante de los peores momentos. Aunque nos estemos poniendo un poco trágicos, esta entrada busca el empujoncito que falta a las personas que creen que eso de innovar no es para ellas… Pensemos en un reto, todos podemos darle la vuelta a nuestra forma de trabajar.
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