Uno de los pilares del modelo The Flipped Classroom es el Contenido Intencional (Intentional Content), a través de la elección y selección podemos ayudar al alumno a alcanzar sus propios objetivos de aprendizaje. El máximo interés de The Flipped Classroom es centrar el proceso de enseñanza/aprendizaje en el alumno, de la manera más personalizada posible, para así poder acompañarle en su crecimiento personal.

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La diversidad de nuestras aulas es cada vez mayor, los profesores somos cada vez más conscientes de que la agrupación por edad no nos asegura el mismo ritmo de aprendizaje o la misma forma de acceder a él. Además encontramos en numerosas ocasiones adaptaciones metodológicas o curriculares de alumnos concretos y necesidades educativas especiales con su propia adaptación significativa.

 

The Flipped Classroom es una metodología inclusiva. La gran oportunidad que presenta este modelo es enorme.

Si partimos de un buen conocimiento de nuestros alumnos, basado en una evaluación inicial que nos aporte información relevante, en sus informes individuales y psicopedagógicos, en las reuniones con las familias, en su historia escolar,… podremos crear rutas diferenciadas para los alumnos, hacer una buena selección de vídeos o crear nuevos para poder aportar al alumno el vídeo que más le ayude a desarrollar el trabajo en el aula.

Incluso, si el vídeo es el mismo para todos, el cómo vea el vídeo el alumno también puede ser inclusivo. Para ello, debemos “perder” tiempo en clase para enseñar a los alumnos a ver un vídeo, para aquellos que necesitan tiempo y concentración, enseñarles a parar el vídeo, tomar apuntes, retroceder y volver a escuchar,… para aquellos que necesitan profundizar más, enseñarles a buscar otros vídeos sobre el tema (o realizar listas de reproducción para que elijan otro vídeo),…

De este modo, cuando lleguen al aula, cada alumno habrá trabajado el concepto o el tema a su ritmo y a su nivel, pudiendo enfrentarse a la tarea de manera individual, aportando al grupo su aprendizaje, aumentando así su motivación, su autoconcepto y autoestima.

Por último, el uso de vídeo en el aula puede ser otra herramienta más para la inclusión. En ocasiones tenemos alumnos que su expresión escrita, bien por la grafía o bien por la expresión en sí, es muy deficitaria, y sin embargo no tienen problemas en la expresión oral. Este tipo de alumnos encuentran grandes problemas a la hora de demostrar su aprendizaje porque casi siempre se demuestra con ejercicios o pruebas escritas. ¿Y si en lugar de escribir pedimos que graben un vídeo? El primer año que trabajé con vídeos en mi aula tenía en el aula a una alumna con N.E.E. y una adaptación curricular significativa, no tenía desarrollada la psicomotricidad fina, tenía una gran dificultad a la hora de agarrar el lápiz, bolígrafo, etc. Este hecho provocó que solamente sabía dibujar algunas letras. Tanto la PT como yo comenzamos a trabajar con ella a través de vídeos en una Tablet. Al principio sólo usaba el dedo para dibujar las letras que ya conocía y su voz para ir avanzando en sus aprendizajes. Los vídeos se convirtieron en su “cuaderno”. Ya no tenía la gran dificultad de la escritura por lo que podía ir alcanzando otros objetivos igual o más importantes. A medida que trabajábamos con ella su dificultad motriz iba incorporando letras a su acerbo personal, los vídeos comenzaron a llenarse de más y más letras y palabras, pero su proceso oral seguía presente. Gracias a cambiar su forma de trabajo, del cuaderno a los vídeos, alcanzó grandes avances en todo su desarrollo personal.