La tecnología más potente no se compra.
Ha costado mucho darnos cuenta de que, en educación, la jerarquía Tecnología, Estrategia, Objetivos y Personas, que tiene su razón de ser en el ámbito empresarial, va justamente al contrario en nuestro mundo.
Así, por ejemplo, muchas veces ha pasado que nos hemos vuelto locos por dotar a los centros de distintos artilugios tecnológicos sin pararnos previamente a pensar (incluso diría a repensar) cuestiones tan básicas como: ¿Cuál es el sentido que le queremos dar a esta tecnología? ¿Entendemos esta tecnología y sus implicaciones? ¿Sirve para dar respuesta a los nuevos escenarios educativos? ¿Ayudan a la comprensión de los nuevos saberes? ¿Cuál es la relación entre tecnología y educación? ¿Cuál es el impacto de la tecnología en el contexto actual de mi centro?…
Y lo mismo ha pasado con la estrategia y los objetivos. Se ha primado en multitud de ocasiones la primera frente a la segunda, cuando es más importante plantear la meta o un propósito a alcanzar y después ver cómo llegamos a ella. Objetivos, por cierto, que sean razonables, lógicos y alcanzables pues, de lo contario, pueden desmotivar a los docentes. De hecho, que “se pueda hacer” no quiere decir que se deba hacer, ya que muchos de los objetivos persiguen una insignia más, un premio más, una mención más, pero no repercuten en beneficio de la comunidad educativa.
Y, en este escalafón, por encima de los objetivos, de las estrategias y de la tecnología, estamos las PERSONAS, la tecnología más potente.
Si no lo ves, hazte esta pregunta: ¿qué ha salvado a tu centro en estos tiempos tan duros? ¿Fue la tecnología? ¿Fueron los objetivos que, desde principio de curso, tienes publicados por todos lados? ¿Fue la estrategia?
No, ninguno de ellos. Fue tu equipo, tus compañeros. Todos aquellos que se dejaron las pestañas para, en un fin de semana, pasar de un entorno presencial a otro virtual y se pasaban horas y horas delante del ordenador afrontando esta nueva realidad.
Si levantas la vista de tu ordenador, verás la tecnología más potente; está a tu lado, trabajando codo con codo contigo.
¡Mímala!
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