Esta colaboración corresponde a una entrada del BLOG de Javier Tourón. Fuente original aquí
Ya hemos visto de manera fraccionada, pero consistente, que esto cambia a una velocidad de vértigo. El acceso a la información, que se produce de manera masiva cada segundo, lo comprobamos en la entrada anterior, la disponibilidad de dispositivos móviles de todo tipo y sus usos educativos, conforman un modo de abordar el aprendizaje cuando menos diverso al que estábamos acostumbrados.
La escuela (la Universidad) y los que en ella habitamos no podemos mirar hacia otro lado, precisamente porque estamos en un momento que nos permite recuperar de manera deicida y eficaz lo más valioso de la educación: las relaciones personales. Ahora los profesores, más que nunca, podemos ayudar a CADA uno de nuestros alumnos en su personal tarea de aprender y, casi con toda seguridad, habilitarlos para que nos superen.
Tiene todo ello una importancia capital en el desarrollo del talento y de los alumnos más capaces, ya que en la medida en que el aprendizaje se personalice, cada alumno podrá llegar tan lejos, tan rápido y con tanta profundidad como sus intereses le dicten. Y esa es nuestra tarea como profesores, conseguir que cada alumno obtenga un rendimiento que esté a la altura de su potencial. Esto solo es posible si personalizamos el aprendizaje, pues obviamante cada alumno, cada aprendiz es diverso.
Hace unas fechas se publicó un informe sobre las tendencias emergente a corto o medio plazo de la tecnología (en sentido amplio) en la educación. Aquí el largo plazo son cinco años.