Otra interesantísima aportación de Laura Angelini.

Los docentes de hoy en día se enfrentan a grandes retos. Por un lado, la necesidad constante de una formación permanente para garantizar calidad en la enseñanza y un manejo diligente de métodos y técnicas de aula que permitan al alumnado desarrollar competencias generales y específicas. Según el Plan Boloña (1999), la educación ha de estar inspirada en principios socio-constructivistas donde los aprendices adquieran conocimientos de diferentes áreas a la vez que desarrollan competencias transversales tales como tomar decisiones, aprender a trabajar de manera cooperativa, desarrollar habilidades de comunicación, debatir y servir de mediadores, entre otras. No se busca un alumnado receptor de información, sino un alumnado responsable de su propia formación, activo y participativo (Segovia and Beltrán, 1998). Ante este panorama se justifica la demanda creciente de prácticas docentes orientadas a metodologías activas de enseñanza-aprendizaje (EEES, 2010). El aprendizaje basado en la experiencia, postulado por Dewey (1938), resurge como precursor de este cambio de paradigma en la enseñanza-aprendizaje. Cabe añadir que este cambio ha de reforzarse desde las universidades, facultades y escuelas superiores, principalmente aquellas donde se forma a los futuros docentes. Se ha de alcanzar un nivel de profesionales versátiles en creatividad y autonomía para continuar su labor de formación permanente e innovar en materia educativa.

En consonancia con este cambio de paradigma en la educación, la clase invertida o flipped classroom, surge como estrategia eficaz ante tales demandas. Este modelo pedagógico consiste en utilizar el tiempo real de clase para potenciar otros procesos de aprendizaje guiados en todo momento por el docente. Asimismo, el trabajo fuera de clase potencia un aprendizaje autónomo por parte del alumno

[1]. El trabajo fuera del aula es de suma importancia para ampliar su propio aprendizaje (Tucker, 2012). Este tipo de aprendizaje integra también al trabajo individual, ya que cada participante ha de realizar sus propias aportaciones en pos de un beneficio colectivo (Trigueros, et al., 2006). Se puede considerar a la clase invertida como un modelo pedagógico colaborativo que persigue objetivos tales como aprender de los demás, responsabilizarse del propio aprendizaje tanto como del aprendizaje de los otros miembros y desarrollar habilidades interpersonales (Wentzel y Watkins, 2002). Todo esto supone una renovación en los roles asociados a profesores y estudiantes.

Por otro lado, la metodología de la simulación y juego, pese a su corta trayectoria en la docencia, complementa y se nutre de la clase invertida en la práctica docente. Se ha comprobado que las simulaciones, al igual que la clase invertida, promueven el desarrollo de competencias profesionales tales como la habilidad de trabajar en grupo y en equipo, la habilidad de negociar y de tomar decisiones[2].

En la enseñanza del inglés como lengua extranjera, García-Carbonell y Watts (2009), sostienen que los participantes a la vez que adquieren destrezas lingüísticas, también desarrollan mayor conciencia acerca de realidades sociales, interactúan, debaten y realizan propuestas de cambio motivadas por la propia dinámica de la simulación y por los temas que se tratan como la educación, problemas medioambientales, derechos humanos, entre otros.

 Ante la pregunta: ¿por qué invertir la clase de inglés?, desde la asignatura Recursos Didácticos para la Enseñanza del Inglés y su Literatura que pertenece al programa de Máster para la formación del profesorado de enseñanza secundaria de la Universidad Católica de Valencia ‘San Vicente Mártir’, se intenta dar respuesta a este interrogante.

La siguiente tabla recoge algunas de las valoraciones recogidas por los propios profesores de secundaria asistentes al curso de postgrado durante los cursos lectivos 2012-23 y 2013-14.

profesorado

Fig. 1. Valoraciones de profesores de secundaria asistentes al curso de postgrado antes y después del curso.

El profesorado asistente al curso de postgrado advierte inquietud por iniciar un camino alternativo frente a un panorama desolador. Sus alumnos de secundaria parecen no dar indicios de querer aprender y mejorar el dominio del inglés y mucho menos leer en inglés. Las clases giran en torno a metodologías más tradicionales, con el soporte de un libro de textos y ejercicios de comprensión lectora, preguntas de comprensión y rellenar huecos.

Ante este panorama, alumnos y profesores recorren un camino de desmotivación en la enseñanza-aprendizaje del inglés como lengua extranjera.

Resulta sorprendente que las instituciones y editoriales sigan con la no tan cierta promoción de cursos de inglés basados en el enfoque comunicativo cuando la realidad nos dice lo contrario. Nada más lejos que el énfasis en la comunicación. Para que se dé la interacción han de recrearse situaciones similares al mundo real que la promuevan. Es por este motivo, que desde la metodología de la simulación y juego se intenta llevar al alumnado a experimentar situaciones significativas mediante escenarios de interacción.

Los participantes profundizan sobre las nociones que deben adquirir sobre esta metodología fuera de clase (Modelo Flipped Classroom). Se preparan videos introductorios y material de soporte como videos que traten de la efectividad de esta metodología en otros contextos. Se estudian escenarios creados por el proyecto ICONS[3] de la Universidad de Maryland sobre simulación y juego.

Estas sesiones concluyen con la creación de escenarios propios para ser utilizados en las clases de secundaria tras haber leído el material de lectura en inglés. Dichos escenarios plantean un situación y un contexto donde los estudiantes han de interactuar adquiriendo roles específicos y resolviendo una situación. Se trabaja en equipo y la interacción recobra un vigor nunca antes experimentado. La literatura pasa de ser solo objeto de estudio y análisis mediante preguntas de comprensión y refuerzo gramatical a un verdadero potencial de comunicación. El valor añadido a este tipo de tratamiento de la literatura en clase lo debe dar la sabia selección de material por parte de cada profesor para que además de servir a los efectos lingüísticos y socio-culturales también construya sobre los derechos humanos.

[1] The Flipped Classroom. Sitio web: theflippedclassroom.es. Consulta: 11/07/2014
[2]Andreu-Andrés (2011); Angelini (2012); Angelini y García-Carbonell (2014), Bailey, et.al (2013); Bennet, et.al (2011); Bergmann, (2013); Bergmann, y Sams (2012); Bergmann, et.al. (2013); Berret, (2012); Blake (2006); Bloom (1968); Blum y Scherer (2007); Cooperstein y Kocevar-Weidinger (2004); Dede (2007);De Garmo (2006); Ekker (2004); Ekker and Sutherland (2009), García-Carbonell  et.al (2001) ; García-Carbonell y Watts (2012) ; García-Carbonell et al. (2009); (2012); Knut (2004), Knut y Sutherland, (2009); Musallam (2001); Rising (1999, 2009); Rogers, et.al (2007);  Sams (2011); Wedig (2010);Wentzel y Watkins (2002) o Woodhouse (2012) .
[3] ICONS Project. Sitio web: http://www.icons.umd.edu/education/home