En este artículo retomo el tema tratado por Iñaki Fernández sobre los niveles de profundidad del conocimiento de Norman Webb.

Este artículo me hizo reflexionar sobre los buenos hábitos en el estudio y cómo proporcionar en el aula herramientas necesarias para la tarea de disfrutar estudiando.

Dentro del proceso de aprendizaje, la dedicación en el estudio a memorizar y hacer tuyos los textos continuos, es la parte más tediosa, aburrida y que más tiempo lleva en cualquier trabajo.

Los alumnos necesitan patrones de estudio. Guías que orienten y den seguridad de que el tiempo empleado en el estudio diario es el adecuado. No todos nuestros alumnos son iguales, ni a todos les puede servir los mismos recursos, pero sí podemos adaptar unas pautas a sus necesidades. Aquí sugiero algunas pautas que han servido a muchos alumnos.

  1. Entiender el significado. Lee el contenido completo del texto a estudiar con atención. Este primer paso requiere tu concentración. Acalla los ruidos externos e internos. Esta es la tarea más compleja. Acude a fuentes de información ante el vocabulario nuevo. No te desanimes si vuelves a desconcentrarte. Basta con que apuntes en un papel el motivo de la desconexión ante el estudio y continúes leyendo con el fin de dar un sentido completo al texto.
  2. Subraya las palabras clave de cada párrafo. Recuerda, una sola palabra por párrafo.
  3. Parafrasear el texto. Haz un resumen y escribe con tus palabras el contenido. Puedes hacerlo del punto completo, o pequeños resúmenes de cada párrafo.
  4. Construir un mapa mental/cuadro sinóptico. En el resumen hecho habrás usado las palabras clave. Busca palabras (preposiciones, locuciones adverbiales) que te sirvan de enlaces necesarios para ir de una idea a la siguiente con tendido.
  5. Memorizar, exponiendo el contenido. A todos nos gusta contar historias. Este es tu momento. Para que el contenido quede anclado, necesitas emplear más de un sentido. Has usad la vista (leer) y el tacto (escribir) y ahora añades el oído. Al escucharte, compruebas si es coherente tu discurso. Es imposible que realices una argumentación completa sin la memorización de conceptos clave, fechas y nombres de autores, por ejemplo. La repetición oral es esencial para memorizar conceptos. 
  6. Usa de reglas nemotécnicas. No solo sirve para alumnos que sean más visuales, sino son reglas para retener información que añaden imágenes a los contenidos. Esto queda fijado en la memoria.
  7. Memoriza escribiendo. Lo que eres capaz de escribir es lo que has construido en tu mente, lo que llevas dentro. Recuerda tener una actitud activa ante el estudio, hazte preguntas y encuentra la respuesta. A través de este razonamiento interno también incrementas tu implicación y, por tanto, tu nivel de concentración.
  8. Verifica los contenidos. Comprueba que el contenido es el correcto y que haya quedado bien memorizado. En la hoja que has escrito, comprueba con un bolígrafo de otro color qué datos faltan.
  9. ¡Un reto! Memoriza por asociación. Este es un ejercicio sencillo pero muy eficaz. Se trata de ir desarrollando la memoria asociando un concepto o imagen con el siguiente. La memoria se ejercita con hábitos diarios.

Y como el estudio es y será siempre tarea de toda la vida, nunca olvidaremos a la persona que se puso a nuestro lado y nos fue guiando para que nuestro estudio fuera eficaz.

Mercedes Molina León. Psicopedagoga.