En junio llegó a mis manos las bases de la I Edición del Premio a las Buenas Prácticas en Gestión Educativa impulsado por el Foro de Educación del Club Excelencia en Gestión (cuyo objetivo es el de convertirse en referencia en el desarrollo y difusión de conocimiento para la aplicación del Modelo EFQM de Excelencia en este sector).

En dicho premio se invitaba a participar a todos los centros educativos españoles que hayan implantado una buena práctica y un Comité evaluador, compuesto por Evaluadores EFQM acreditados y con gran experiencia en el sector, valoraría y seleccionaría las que se enmarcan dentro de los parámetros de la excelencia.

 Y ¿qué se entiende por buena práctica? Pues en el documento se explica que es el “conjunto de principios, medidas, actuaciones y experiencias que, habiendo reportado ventajas de distinto tipo (económicas, sociales, de satisfacción, etc.) para la organización de forma constatada y probada, se pueda plantear como posible referente a seguir para acercar la mejora a otras organizaciones, para lo cual debe haber completado el ciclo de efectividad institucional: planificación, implantación, revisión y mejora, lo que permite considerarla como sostenible y, además, debe estar vigente en el momento de la presentación”.

Ya aquí no pude resistir la tentación de conocer si el enfoque flipped es una buena práctica educativa. Quería saber qué opinarían unos auditores externos y ajenos cuando les presentase esta forma de aprendizaje que se aplica en mi colegio.

¿Estarían, por otro lado, de acuerdo en que era una práctica constatada y probada?

Y eso a sabiendas de que, tal y como indican las bases, se premia a la organización y no a un profesor y que, por tanto, quedaría al margen de los finalistas. Pero no iba a dejar pasar esta oportunidad.

Así que recopilé información verificada y confirmada (experiencias, videos, cuestionarios, valoraciones, testimonios…), preparé el informe y lo envié.

Hace unos días me llega un correo indicándome que la práctica “Aula invertida de mates” fue galardonada con un accésit. Como ya comenté, por las características del premio no podía optar a los otros tal y como además le explicaron a mi responsable de calidad en conversación telefónica. Evidentemente, mi alegría fue y es grande pues supone un espaldarazo a la labor que hago. Es más, me atrevería a decir que es un empuje al trabajo que hacemos tantos profesores flipped. Pero lo de menos es el premio, lo que de verdad agasaja son las palabras que le dedican a esta forma de trabajar y que prefiero reproducir haciendo una captura de pantalla: