Sabes que no vas a ser un Youtuber, seguramente tampoco tengas mucho interés en serlo, pero aún así, estás subiendo vídeos a internet, o estás pensando en hacerlo.

Si llevas poco tiempo haciendo vídeos, o aún no te has decidido (si eres un experto podrías dejar ya de leer esto) probablemente estás tratando de invertir tu clase para aplicar el modelo Flipped Classroom.

Aunque muchas veces se identifica el modelo Flipped con el uso de pequeños vídeos, el modelo no son lo vídeos, va mucho más allá. Mandar a los alumnos ver vídeos de tu asignatura no es invertir la clase, la clave está en el reparto de tiempos y actividades entre el tiempo de trabajo personal del alumno -espacio personal- y el tiempo de trabajo en clase -espacio grupal-

Hoy en día, la realidad es que nuestros alumnos si tienen dudas, o quieren aprender algo (cualquier cosa académica o no) irán directamente a internet a buscar vídeos que lo expliquen, con lo que acabarán aprendiendo de vídeos de todos modos. Si nos centramos en lo académico, ellos buscarán ayuda por la red, y en unos segundos tendrán vídeos de todo tipo de materias, niveles y contenidos. Es fácil comprobarlo: teclea en el buscador el título del tema que vas a dar mañana en clase, y verás cómo hay montones de vídeos sobre él.

Si tú como profesor haces eso, buscar durante un rato vídeos sobre el tema de mañana, probablemente dediques no unos segundos como harían tus alumnos, sino bastante más. Una vez que empiezas, verás varios de ellos y los compararás, buscando cual se adapta más a lo que quieres dar, o cual lo explica en el orden o modo que encaja con tu plan para ese tema. Esto es lo que ya, casi seguro, no hará ninguno de tus alumnos. La mayoría de ellos, incluso los más interesados, se quedarían en el primer o segundo resultado del buscador y, además, no podrían juzgar como tú cuál es el más adecuado (no cuento a los que por el camino, a pesar de su intención inicial de buscar algo para clase, se pasaron ya a ver a el Rubius, Auronplay o el último vídeo de OT).

En definitiva, aunque en la red hay innumerables canales de vídeos educativos, algunos de ellos muy buenos, es muy probable que pienses (y harías bien) que el vídeo que mejor se adecúa a tu temario, al contexto de tus alumnos, a lo que ya saben y lo que necesitan aprender en ese momento, tienes que realizarlo tu mismo.

Con tus propios vídeos no solo podrás secuenciar el aprendizaje a tu gusto, repartiendo los contenidos del modo más adecuado sino que, además, al dárselos tú, les ahorras esas búsquedas por la red que muchas veces no les llevan a ninguna parte.

De este modo también logras extender el tiempo de tu clase, ahora no estás con ellos solo el tiempo del aula, tus alumnos pueden tener tus explicaciones tantas veces como quieran, desde donde quieran. Así podrás ayudarles también fuera del aula. Pero no solo ayudarás a los alumnos, en el caso de los cursos más pequeños, también a sus familias que podrán seguir el desarrollo de la asignatura. Y, si tienes tus vídeos en YouTube, a cualquiera que llegue a ellos desde cualquier parte del mundo. Esto último, sean muchos o pocos casos, también resulta reconfortante, tus explicaciones pueden cruzar fronteras.

Volviendo a nuestros alumnos, que son el objetivo principal de nuestro trabajo se sabe establecen un vínculo muy superior con los vídeos de sus propios profesores que con otros ajenos, los sienten mucho más cercanos, y, en cierto modo propios.

Así que al lío, vamos a hacer vídeos para invertir la clase.

Si estás empezando, o aún dudas, anímate, somos profesores, estamos acostumbrados a explicar, dominamos el tema, y sabemos como llegar a nuestros alumnos, por lo que hacer una pequeña píldora de unos minutos sobre un aspecto determinado de un tema concreto no debería resultarnos complicado.

El aspecto técnico, que también podría asustar un poco, cada día es más simple. Piensa que cualquier teléfono actual de gama media graba en HD, con una calidad superior a la de las cámaras de vídeo de hace muy pocos años. Y los programas de edición son realmente fáciles e intuitivos. Además, tus alumnos no necesitan una superproducción ni efectos especiales, en clase tampoco los tienes. Ni los necesitan ni los están están esperando. La mayoría de sus Youtubers favoritos, con cientos de miles de reproducciones, graban sentados en una silla delante del ordenador sin apenas efectos ni producción.

Para terminar solo dos consejos más.

El primero, empieza con tiempo y poco a poco. Busca la parte de tu asignatura que crees que más se presta a este modelo. Intenta centrarte en planificar cómo invertir ese tema o esa unidad concreta, programando tanto los vídeos, como, muy importante, la forma con la que comprobarás que, efectivamente, los alumnos sí ven los vídeos y han asimilado su contenido (formularios, Edpuzzle…) Prepara también las actividades a desarrollar en el espacio grupal de la clase, para que el tiempo de clase liberado gracias a los vídeos sea realmente enriquecedor.

No pretendas invertir toda una asignatura de un día para otro, generar materiales y vídeos llevará tiempo, y es un trabajo enorme para un profesor solo.

Y ese es justo el último consejo. Busca compañeros para esta aventura. Intenta trabajar en equipo. Un equipo de profesores trabajando juntos, serán capaces de llevar este proyecto y, en realidad cualquier otro, hasta el final con mucha mayor facilidad. Hoy en día ese equipo puede ser con tus compañeros de pasillo o con tus compañeros de inquietudes, colaborar y participar en redes y comunidades (como esta) puede ayudarte mucho, reforzarte en todo el proceso y ayudarte a mejorar tu trabajo.

Así que a grabar, y quien sabe, quizás sí llegues a ser un Youtuber, o al menos, serás el profe Youtuber para tus alumnos.

 

Javier Valdés