En esta segunda entrada me centraré en los modelos de aprendizaje que, bien ya están conviviendo en los centros norteamericanos, bien están analizando tanto las bondades como posibles inconvenientes de llevarlos a cabo en sus escuelas. Es evidente que la progresiva presencia del aprendizaje en línea (online learning) requieren la búsqueda de nuevas pedagogías, nuevos modelos que ayuden tanto a profesorado como estudiantes a desarrollar una competencia digital que es necesaria para una mayor flexibilización en el cambio educativo. Es palpable que los aprendizajes no formales tienen una presencia continua en nuestras vidas, rutinas…, en definitiva, una alteración no solo en modo en el que enseñamos, sino también en el modo en el que se aprende. Se ven alterados elementos, recientemente impensables, como el tiempo, la localización, el ritmo de aprendizaje o el perfil del estudiante. No obstante, debemos tener en mente que el mejor medio para que el aprendizaje en línea o ubicuo debe estar dirigido a los distintos tipos de estudiantes, aplicar las óptimas estrategias pedagógicas, valorar las evidencias de aprendizaje como factor inherente al propio proceso y apoyar o facilitar la integración de las (nuevas) tecnologías en las aulas, ya que son las que proveen aprendizajes múltiples, flexibles y personalizados.

Del mismo modo, el profesor debe adaptar los contenidos del currículo para atender tanto las necesidades de un grupo determinado como de sus individuos. La consecución de un aprendizaje personalizado y diferenciado lo dará el modo en el que manipulemos el currículo, dejando de lado la concepción tradicional que se ha tenido hacia la enseñanza, el aprendizaje y, aún más, hacia la tecnología. Considero que este último elemento depende sustancialmente de los dos anteriores ya que condiciona enormemente el modo en el que nos enfrentamos a unos contenidos impersonales y, en algunos casos, repetitivos. No nos vale cerrarnos al potencial indiscutible del aprendizaje con dispositivos móviles y el desarrollo de actividades o competencias que se producen con ellos, sino que nos permiten transformar el concepto físico de escuela a algo más centrado en el propio ritmo del alumnado, transformando nuestro rol docente. Y el del alumno y de las familias, también.

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Tras la publicación del informe de la ASU, se desprende que un currículo estandarizado beneficia a los estudiantes en comparación con un currículo tradicional. Considero que puede deberse a la posibilidad de que el currículo actual sea tan irreal a las necesidades reales del alumnado que se presta a múltiples interpretaciones sobre su implantación, o es un faro sobre el que todo docente ha de guiarse. Así pues, la evaluación del aprendizaje se realiza según los siguientes puntos:

  1. El contenido o lo que estudiantes aprenden.
  2. El proceso o cómo los estudiantes aprenden o asimilan los contenidos, qué modelos o metodologías se aplican y qué competencias son necesarias para su desarrollo.
  3. El producto o cómo los estudiantes demuestran el conocimiento, aplicación o dominio de lo aprendido.

Sin duda alguna, el aprendizaje online viene a reforzar los apartados anteriores centrándose en un aprendizaje significativo, elaborado o desarrollado por docentes cualificados en las herramientas de creación de contenidos 2.0, aplicándolos con modelos activos como flipped learning, ABP, AICLE…, modelos formativos en el que alumno camina hacia el aprendizaje por un sendero trazado por su profesor. Son muchos los estudios que demuestran el gran impacto que tienen sobre el alumnado, destacando la interacción entre profesor y alumno (aprendizajes activos) en el que una retroalimentación determinada es capaz de construir un aprendizaje que empezó trabajado desde casa. Para un correcto desarrollo de este tipo de modelo formativo se requiere:

  • Diseñar cuáles son los objetivos reales de aprendizaje tanto de profesores como de alumnos, qué pasos se van a dar y cómo se van a conseguir.
  • El estudiante debe involucrarse en su propio aprendizaje y los profesores deben responder eficazmente tanto a sus necesidades como fortalezas, adaptando estrategias de enseñanza-aprendizaje.

Creo que el modelo flipped learning aporta estos beneficios a los alumnos ya que interactúan directamente con el aprendizaje, lo manipulan y lo personalizan según sus propias necesidades. Flipped learning también es retroalimentación, no sólo desde los vídeos enriquecidos o el tiempo dedicado en el aula a su trabajo o investigación; en el modo en el que el profesor «pivota» constantemente alrededor del alumnos durante todo el proceso, haciéndose presente, cercano, accesible  motivando a los alumnos a conseguir sus objetivos en su aprendizaje.