Uno de los grandes retos de la escuela de hoy es aprender a atender a todas las necesidades del aula. Hasta hace poco tiempo las escuelas no eran las que tenían que adaptarse a los grupos de alumnos y alumnas sino que cada niño o niña debía someterse a su grupo o abandonar en el intento. De pequeño muchas veces oí la frase… «el que sabe, sabe y el que no…» Medidas como la permanencia en el curso un año más era la reina de las medidas educativas y quizá la única existente y desgraciadamente, en muchos casos, no era solución para las necesidades concretas de cada niño.
Actualmente desde infantil hasta bachiller nos encontramos en las aulas un montón de necesidades educativas que hemos tenido que ir aprendiendo a atender con mayor o menor éxito gracias a metodologías o enfoques educativos más inclusivos.
En ocasiones llegan a nuestras aulas un tipo de necesidad educativa especial que debemos aprender a entender y atender para lograr unos objetivos concretos de aprendizaje. Cuando llegan al aula vienen acompañadas de un informe psicopedagógico que intenta describir su forma de aprendizaje y sus necesidades y, a modo de orientación, ubica al alumno o alumna en un curso académico en cuanto a objetivos o estándares alcanzados. Así, podemos encontrar a alumn@s en 6º de primaria o 2º de la ESO con una adaptación curricular significativa de 2º de primaria.
Este tipo de informes nos dan la oportunidad de, por medio una adaptación curricular individual significativa, lograr que el alumno acceda al derecho a la educación obligatoria. Contando o no con apoyos específicos dentro o fuera del aula, el profesor de la asignatura es el responsable de programar la ruta individual de ese alumno con ayuda de los profesionales de atención a la diversidad del centro: orientación, P.T., A.L., jefe de estudios,…
Uno de los grandes pecados de los profesores titulares y de algún especialista en atención a la diversidad es el infantilizar al alumno; que el informe oriente que el alumno se encuentra en objetivos y estándares de 2º de primaria no quiere decir que todo lo demás se pueda asemejar a un niño de 7 años. Cuando recibes a un alumno de necesidades educativas y con un informe como el descrito, a veces, se cae en la trampa de coger un libro o dos del curso en el que le ubica el informe e ir dándole hojas para que vaya trabajando… Vale que los objetivos y estándares que vas a trabajar con él sean los mismos que intentan lograr esos libros, pero… ¿un alumno de 12, 13 o 14 años va a sentirse identificado con un material pensado para niños de 7? Además están las implicaciones emocionales que generan este tipo de prácticas en el grupo clase; debemos tender a la inclusión de todos en el aula, y esto no puede ser posible si un alumno, continuamente, está trabajando fichas individuales que tienen poco o nada que ver con lo que se está trabajando en el aula.
Por el contrario, uno de los grandes retos de los profesores es aprender a manejar los mismos contenidos con distintos objetivos. ¿Por qué no utilizar las fracciones con unos para alcanzar el concepto de número fraccionario y cómo operar con fracciones y con otros para trabajar la numeración básica?, ¿por qué no usar la geometría para trabajar con unos conceptos de geometría básica y con otros la orientación y la direccionalidad?, ¿por qué no trabajar el mismo texto para que unos extraigan la idea principal y secundaria y otros encuentren palabras que empiecen por vocal?…
Este reto será posible en la medida que haya una adaptación curricular realista para las necesidades concretas del alumno y una implicación emocional del grupo, del alumno y del profesor en el proceso de enseñanza/aprendizaje. En ocasiones creemos que el profesor de apoyo es el responsable de este tipo de adaptaciones y de trabajar con el alumno, sin embargo, ese compañero es el que va a ayudarnos a lograr que ese alumno acceda a su derecho a la educación a través de la adaptación curricular que nosotros hemos programado.
El uso de vídeos con estos alumnos nos puede ayudar a lograr una atención más personalizada: en primer lugar nos acercará más a la familia, extenderá los modos, el vocabulario y los aprendizajes en el aula a casa, y de este modo, podrán acompañar mejor las necesidades de sus hijos; en segundo lugar nos permitirá dedicar algo más de tiempo a atender sus necesidades, estableciendo un mayor vínculo emocional entre el alumno y el profesor, y en consecuencia hacia el aprendizaje; en tercer lugar, y como no siempre tendremos un apoyo específico en el aula, podrá ayudarnos a continuar el trabajo específico del profesional de atención a la diversidad cuando éste no éste en el aula, o al revés, gracias a los vídeos, el profesional podrá trabajar los contenidos de la asignatura,… Y todo ello adecuando los contenidos que estemos trabajando sin adaptación a los objetivos propios del alumno…
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