El año pasado por estas fechas descubrí Flipear o algo así, un blog en el que Vicente Alemany contaba su experiencia a la hora de aplicar el modelo de la clase invertida. Desde el primer momento me atrajo la idea de ir dejando testimonio de la evolución de la asignatura, así que decidí imitarle con la Historia del Mundo Contemporáneo de 1º de Bachillerato.

Ahora que hace un mes que terminamos, puedo decir que ha sido uno de los grandes descubrimientos de este curso. Mi bitácora me ha permitido, en primer lugar, poner en conocimiento de otros docentes problemas y logros en mi desempeño profesional. Es decir, mi clase ha dejado de ser algo cerrado para estar más o menos accesible a todos y, gracias a eso, he recibido numerosas propuestas de mejor, consejos y alguna que otra felicitación.

La segunda ventaja a destacar es la capacidad de reflexión que exige llevar a cabo esa labor, así como las consecuencias positivas de esto en la tarea docente. No en vano, gracias a la necesidad de ir llenando de contenido el blog, fui descubriendo algunos de los problemas de mi asignatura. Evidentemente, todo eso vino acompañado de la búsqueda de soluciones y la puesta en común con otros docentes.

El último aspecto que me gustaría señalar tiene que ver con el almacenamiento de la información. La elaboración de la bitácora ha hecho que, al final de curso, tenga guardado en ella todo lo que ha ido sucediendo en estos meses, así como mis ideas para el próximo.

En definitiva, aunque es una tarea ardua, recomiendo emprender la escritura de una bitácora. Eso sí, de una sola asignatura y con entradas semanales, no diarias. Considero que es un esfuerzo del que nos beneficiamos todos los docentes, así como el alumnado.