Laura Angelini (PhD)

Universidad Católica de Valencia ‘San Vicente Mártir’
marialaura.angelini@ucv.es

 

Se ha comentado y comprobado en estos últimos años sobre la eficacia de la clase invertida o flipped learning en el ámbito educativo. Este éxito, en simples palabras, radica en una conjunción de factores, desde la autonomía del alumnado hasta la adaptabilidad del modelo a otros métodos de aprendizaje. En esta línea, por ejemplo, converge el aprendizaje cooperativo, que conjuntamente con el modelo de la clase invertida, se viene implementando en la carrera de Magisterio con especialidad de inglés en la Universidad Católica de Valencia ‘San Vicente Mártir’. Los alumnos de 3º año cursan la asignatura cuatrimestral ‘Teaching EFL and Children’s Literature’ que combina ambos modelos pedagógicos: la clase invertida y el aprendizaje cooperativo. Centrándonos en este último, ya que mucho se ha expuesto hasta el momento sobre la clase invertida, podemos afirmar que el aprendizaje cooperativo resulta efectivo si se siguen las directrices que detallan Johnson, Johnson y Holubec (1999):

-cada miembro es responsable del éxito del grupo y debe entender que su progreso personal depende del progreso de los demás;

-los participantes del grupo interactúan constantemente compartiendo información y recursos, reforzando conocimientos, etc.;

-cada miembro del grupo debe desarrollar la capacidad para trabajar de manera cooperativa;

-el grupo debe llevar a cabo actividades que promuevan la reflexión sobre el proceso y la evaluación del trabajo;

-se recomienda el trabajo en grupos entre 4-6 alumnos;

-se debe proveer al alumnado de un protocolo de actuación del que partirán el diseño de actividades, organización y puesta en marcha;

-cada miembro del grupo asumirá roles específicos: líder, secretario, monitor lingüístico (muy recomendable para las lenguas), asesores, entre otros;

-se recomienda la diversidad en la formación de grupos más que la homogeneidad o afinidad

-los trabajos de los grupos se pueden exponer en sesiones plenarias con todos los grupos;

Es común encontrarse con dudas respecto al papel del profesor ante este modelo pedagógico. Cabe destacar que el profesor ha de desenvolverse como:

regulador de conflictos, contribuyendo a la resolución de situaciones problemáticas;

observador de conductas e interpretando lo que observa;

facilitador y evaluador, estableciendo una buena comunicación con los grupos y reflexionando acerca de la consecución de las tareas propuestas.

Otro de los aspectos que garantizan la eficacia de la clase invertida y el trabajo cooperativo son los recursos para su puesta en marcha. Se ha de tener en cuenta:

-Número de participantes: grupos de menos de 40 alumnos ya que el profesor no podrá hacer el seguimiento adecuado a más de 6 o 7 grupos entre 4-6 alumnos;

-Mobiliario adaptable a las necesidades del grupo: mesas y sillas movibles para facilitar los agrupamientos, entre otros;

-Salas de libre acceso: para el trabajo fuera de clase, se recomiendan salas donde los grupos puedan llevar a cabo las tareas;

-Material didáctico accesible al alumnado: se especificará el procedimiento a seguir y los grupos conocerán la forma de trabajo;

-Herramientas específicas: depende de la asignatura a impartir (internet, wi-fi, ordenadores, material bibliográfico, etc).

Para concluir, la integración de la clase invertida y el aprendizaje cooperativo contribuye al desarrollo de competencias para el aprendizaje (búsqueda, selección de material, organización, comprensión de conceptos de la materia y adaptación y aplicación de conocimientos a otras situaciones); habilidades intelectuales, de comunicación, de interacción, habilidades interpersonales e intrapersonales, organización personal, gestión del tiempo y recursos, habilidades de desarrollo profesional y de compromiso personal y social (Medina Serrano y García Cabrera, 2005; Kolb y kolb, 2005).

El buen facilitador ha de saber guiar al alumnado hacia una conciencia social, un análisis crítico de la realidad que se plantea y un compromiso social (Angelini, 2014).

Referencias:

Álvarez González, S.; Inda Caro, M.; Álvarez Rubio, M. (2012). El trabajo cooperativo y la triple evaluación dinamizan la enseñanza-aprendizaje de una lengua extranjera. Revista de Investigación en Educación, nº 10 (1), 2012, pp. 76-87. Sitio web: http://webs.uvigo.es/reined/

Angelini, L. (2014). Integración de modelos pedagógicos en la formación de profesorado: La clase invertida y la simulación y juego. Sitio web: http://bit.ly/1nWwVO2

[Consulta: 23.07. 2014]. DOI: 10.13140/2.1.1533.5046

Iglesias-Cortizas, M. y Rodicio-García, M. (2013). El desarrollo de la creatividad e innovación. Un reto ante la crisis actual. Revista de Investigación en Educación, nº 11 (1), 2013, pp. 134-148Sitio web: http://webs.uvigo.es/reined/ [Consulta: 20.10.2014]

Johnson, D., Johnson, R.; Holubec, E. (1999). El Aprendizaje Cooperativo en el Aula. Sitio web: http://bit.ly/1tQaiUZ [Consulta. 10.10.2014].

Kolb, A. y Kolb, D. (2005). The Kolb Learning Style Inventory—Version 3.1 Technical Specifi cations. Case Western Reserve University

Medina Serrano, R y García Cabrera, M. (2005). La formación de competencias en la Universidad. REIFOP, 8 (1). Sitio web: http://bit.ly/1vX8fgU [Consulta: 12.10.2014].