¡Gracias Gabriel por contarnos tu experiencia!
Mi nombre es Gabriel Maussa Anaya, soy el Director de la Fundación al Servicio del Ser, una pequeña entidad que quiere emprender una campaña quijotesca para aportar al mejoramiento de la Educación en Colombia. Digo quijotesca por la inmensidad del reto. Nuestro país enfrenta, como es de público conocimiento, terribles problemas sociales, políticos, económicos y otros; problemas que retrasan el proceso de evolución educativa del siglo XXI y gracias al emprendimiento y valentía de algunos sectores educativos, tratamos de impulsar un cambio en la mentalidad e izar como bandera la modernización de la educación como verdadero instrumento para el desarrollo y el cambio. Pero son esfuerzos aislados con escaso apoyo institucional. Hasta ahora.
Hace tiempo estaba tratando de encontrar un modelo y unas metodologías diferentes y créanme, una vez conocí sobre sus proyectos quedé absolutamente fascinado. Les voy a decir por qué. Yo inicié mis estudios universitarios en 1973 a la edad de 17 años en la Escuela de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia. Por supuesto no contábamos con ningún recurso tecnológico para complementar los estudios, no teníamos acceso a computadores, internet ni nada que se le pareciera. Actualizarse era extremadamente costos
o, ya que se hacía por medio de congresos y simposios fuera del alcance de nuestro bolsillo y a los pocos meses de haber empezado, dada la alta exigencia de la carrera y utilizando la antigua metodología de estudio, es decir, el profesor semi-endiosado, sabio (así los veíamos), inalcanzables, el tiempo, a pesar de nuestros esfuerzos siempre parecía insuficiente para responder a tales exigencias académicas. Terminé mi primer semestre con éxito, pero sentía que me faltaba mucho para aprender de verdad. Fue cuando me matriculé al segundo periodo cuando caí en cuenta de que podría alcanzar alguna ventaja y me propuse un plan de estudios.
Al comienzo del semestre, en la Facultad se nos entregaba fotocopia de los programas de cada materia. Un mes antes. Decidí que en esas vacaciones intermedias iba a estudiar cada tema por adelantado (Clase Invertida) y anotar las dudas, me auto examinaba después de cada módulo y corregía mis errores (sin Kahoot o Socrative). Luego trataba de resolverlas con los medios disponibles, en ese entonces biblioteca y hemeroteca, que era lo más actualizado que teníamos (a veces los artículos de las revistas tenían años de haber sido publicadas). Quise hacer un grupo de estudio con mis compañeros, pero fue imposible. Si las dudas persistían dejaba el tema pendiente para discutirlo en la clase con el profesor. Si vieras la cara de sorpresa de ellos y de mis condiscípulos, todos me miraban como bicho raro y si no fuera por mi edad, jurarían que yo estaba repitiendo el curso. Me fue tan bien que lo he adoptado de por vida.
He tratado de transmitir ese modelo a mis hijos, pero ellos no aman la lectura como lo hacíamos los de nuestra generación, por la obvia razón del estallido tecnológico, que ellos lo encuentran más atractivo ver vídeos que leer un libro. Pero desde que leí sobre The Flipped Classroom, ha renacido esa pasión por el modelo que llevé “a la antigua”, como lo dicen mis hijos ya que sí se interesan por el contenido didáctico de los vídeos, del intercambio de ideas con sus pares por las redes sociales y han empezado a marcar un poco la difer encia con sus compañeros de clase. Nos falta mucho, pero sé que con tesón y la generosa ayuda del equipo de TFC, podremos convertirnos en generadores el cambio.
Es por eso que veo la necesidad de impulsar este modelo de estudio, con el fin de que nuestros hijos en verdad aprendan, sean asertivos, que puedan aplicar los conocimientos a las realidades de la vida y que sean capaces de crear, de innovar. En otras palabras que sean el centro de su propio aprendizaje.
Muchísimas gracias a Gabriel por este primer aporte (de los muchos que luego seguro habrá), gracias por su entusiasmo y ganas de cambiar las cosas. Enhorabuena y te esperamos por aquí pronto!