Cada final de curso me queda un sentimiento a veces contradictorio. Por un lado la satisfacción de haber acabado con casi todos los objetivos, pero por otro lado es el momento de hacer examen y repaso de lo hecho para de alguna manera iniciar el curso siguiente. Por tanto esto implica una declaración de intenciones y la mía se resume en los siguientes puntos:
- Seguir inculcando a mis alumnos los valores del esfuerzo, la colaboración y la equidad.
- Convencer a más compañeros y compañeras de la necesidad de estudiar, profundizar y aplicar metodologías activas, en especial, la clase invertida.
- Trabajar más y mejores materiales para seguir flippeando mis clases.
- Más trabajos en grupo y menos individuales.
- Desarrollar una evaluación por competencias más efectiva.
- Más creatividad y menos monotonía.
- Bajar el número de exámenes.
- Aprender todo lo que pueda de otros profesores y maestros que piensan que otra escuela es posible.
- Aprender más de mis alumnos y alumnas.
- Ser más feliz todavía con mi trabajo.
Esto no es más que una desordenada declaración de intenciones desordenada. Pero para plantear el curso que viene no está mal.
Feliz verano…
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