Cada final de curso me queda un sentimiento a veces contradictorio. Por un lado la satisfacción de haber acabado con casi todos los objetivos, pero por otro lado es el momento de hacer examen y repaso de lo hecho para de alguna manera iniciar el curso siguiente. Por tanto esto implica una declaración de intenciones y la mía se resume en los siguientes puntos:

  1. Seguir inculcando a mis alumnos los valores del esfuerzo, la colaboración y la equidad.
  2. Convencer a más  compañeros y compañeras de la necesidad de estudiar, profundizar y aplicar metodologías activas, en especial, la clase invertida.
  3. Trabajar más y mejores materiales para seguir flippeando mis clases.
  4. Más trabajos en grupo y menos individuales.
  5. Desarrollar una evaluación por competencias más efectiva.
  6. Más creatividad y menos monotonía.
  7. Bajar el número de exámenes.
  8. Aprender todo lo que pueda de otros profesores y maestros que piensan que otra  escuela es posible.
  9. Aprender más de mis alumnos y alumnas.
  10. Ser más feliz todavía con mi trabajo.

 

Esto no es más que una desordenada declaración de intenciones desordenada. Pero para plantear el  curso que viene no está mal.

 

Feliz verano…