Hace unos días participé en un Congreso sobre innovación para profesores. En este pequeño artículo, me gustaría compartir algunas de las ideas y reflexiones que, en él, se dijeron.
Algunas ya las has oído mil veces, otras quizás te resulten nuevas o inspiradoras; por eso te invito a leerlas con calma y reflexionar sobre qué cosas ya estás aplicando tú en tus clases, y cuáles podrías incorporar para el próximo curso.
En el Congreso al que asistí, Juan J. Rueda Esteban, Director del Área Educativa de la Fundación Loyola Andalucía y Canarias, nos comentó cosas muy interesantes que ahora comparto contigo.
La primero a lo que nos invitó fue a ser agradecidos con nuestro trabajo y vocación de educadores. Somos afortunados por pertenecer a esta gran profesión que es la educación, en la que cada día tratamos de hacer un Mundo mejor sacando de nuestros alumnos todo el potencial que tienen.
Otro aspecto que es importante que recordemos es que la relación profesor-alumno es la clave de la educación. Estamos entrando en la era de la robótica, y algunos se preguntan: dentro de unos años, ¿seguirán haciendo falta profesores?, o ¿la educación podrá ser impartida por un robot o exclusivamente por un sistema de educación «digital»? Pues no, un robot nunca sustituirá todo lo que un humano aporta al joven que está aprendiendo. Es crucial que seamos conscientes de la importancia que tiene la relación personal alumno-profesor en el proceso de aprendizaje integral del niño/joven. Solo así nos comprometeremos a sacar lo mejor de nosotros mismos para formar jóvenes autónomos y comprometidos con la sociedad.
También nos comentó un DECÁLOGO de ideas clave que debemos tener presente en nuestra innovación:
- El alumno debe ser el centro del proceso de aprendizaje
- Como educadores, lo más importante son nuestros alumnos (por encima de programaciones, curricula, objetivos de etapa…) Tenemos que conocerles, quererles, interesarnos por lo que les pasa, respetarlos…
- Respecto a las inteligencias múltiples hemos de fomentar, sobre todo, las inteligencias intra e interpersonal, pues son las que más tendrán que poner en práctica cuando nuestros alumnos entren a formar parte del mundo laboral.
- Tenemos que fomentar en nuestros alumnos los aprendizajes significativos, que son aquellos que parten de su reflexión y de la experiencia de lo que están viviendo. «¿Para qué me sirve esto que estoy estudiando?»… es la pregunta que nos debe interpelar continuamente como profesores.
- Debemos discernir aquello que es fundamental para el aprendizaje y crecimiento de nuestros alumnos, pues «no hay tiempo para todo». Es la famosa «poda» de contenidos de la que muchos hablan.
- En nuestro hacer diario debemos utilizar una variedad metodológica. El flipped learning es estupendo, el aprendizaje cooperativo también… pero las capacidades e intereses de nuestros alumnos son tan diversas que sólo utilizando una gran variedad de metodologías (inter)activas conseguiremos que todos, sin exclusión, aprendan. Es imprescindible una renovación metodológica que permita que el aprendizaje sea más significativo para el alumnado y que atienda mejor la diversidad de nuestras aulas.
- Hay que trabajar (y mucho) la expresión oral y escrita. Las nuevas tecnologías son estupendas, pero están haciendo que, cada vez, las personas se expresen peor. Nuestros alumnos tienen que ser capaces de expresar y demostrar lo buenos que son y las grandes cualidades y capacidades que tienen, pues si no se saben expresar correctamente… parecerán mediocres.
- La evaluación debe integrarse en el proceso de enseñanza-aprendizaje, por lo tanto, los procesos nos interesan de forma especial ya que, al mejorarlos, mejoraremos los resultados. No podemos seguir haciendo solamente una evaluación (o examen) al final del proceso de aprendizaje del alumno para valorar lo que han aprendido.
- Es imprescindible contar con el apoyo de las familias. Para eso, es necesario explicarles cuáles son los cambios que pretendemos realizar, por qué los hacemos y cómo procederemos a su innovación. Las familias han de ser nuestros aliados, no nuestros enemigos. ¿Qué padre o madre no quiere lo mejor para su hijo? Pues los profesores también queremos lo mejor para nuestros alumnos y, además, somos los profesionales de esto.
- Esta décima idea clave no me atrevo a escribirla, pues seguramente que me quedasen otras muchas sin poner. Es mejor que, en este final del decálogo, escribas tú aquella o aquellas que, para ti, también son fundamentales en el proceso de innovación educativa en el que estás inmerso.
Como ves, todavía no he respondido a la pregunta que da título de este artículo. Pero creo que la respuesta ya la habrás adivinado: todo lo que no vaya en la línea de lo anteriormente comentado… NO ES INNOVAR.
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