Es nuestro trabajo, como docentes, esmerarnos en proporcionar el mejor y máximo aprendizaje a nuestros alumnos. Pero no debemos dejar de lado compartir con nuestros colegas esas experiencias que pueden ayudarles a mejorar su docencia o abrirles nuevos caminos en su labor profesional. A continuación, os propongo la lectura de una experiencia en primera persona de un compañero, el Dr. Rafael Torras (UAO), que está abriendo nuevos horizontes en su docencia bajo la carpa del modelo Flipped Learning.

Durante el primer semestre de este curso 2019-2020 estoy impartiendo, entre otras, la asignatura de Contabilidad Financiera a alumnos de 2º del grado de Marketing en la UAO.

En la mayoría de las sesiones, he aplicado un modelo tradicional de enseñanza, basado, fundamentalmente, en las explicaciones de la teoría en clase, realizando yo mismo algunos ejercicios en la pizarra para que entendiesen los conceptos que se han ido introduciendo.

Como consecuencia de las deficientes calificaciones generales de un examen parcial, y tras una profunda reflexión con los estudiantes, decidí cambiar el modelo pedagógico, y empezar a aplicar el Flipped Classroom en las sesiones siguientes. Para ello, ha sido fundamental el asesoramiento de varios compañeros de profesión y los cursos realizados en la web Flipped Learning Global Initiative, así como la lectura del libro Flipped Learning, Aplicar el modelo de Aprendizaje Inverso, del Dr. Alfredo Prieto.

El alumno, protagonista

Para ello, se me ocurrió que, buscando cambiar del aprendizaje pasivo al aprendizaje activo, elaborar un juego a tres bandas en el que los propios estudiantes elaboraron enunciados de ejercicios que después pasaban a otro compañero para su solución y que, a su vez, eran corregidos por un tercer estudiante.

De esta manera, cada alumno estudiaba tres ejercicios distintos desde tres enfoques. Por una lado, la elaboración del enunciado; por otro, la solución del mismo. En tercer lugar, la corrección del ejercicio, obteniendo así tres visiones distintas de un mismo ejercicio o problema.

La acogida de los alumnos ha sido muy interesante al haber cambiado su actitud en clase, ya que con el sistema anterior, a veces, sentía que explicaba a las paredes (lo que a buen seguro todos mis colegas han sentido alguna vez en su vida). 

Sin embargo, me interesaba poder medir de manera empírica la evolución de los resultados como consecuencia del cambio de estrategia pedagógica. Para ello, plantee a los alumnos un examen de similares características que el primero, que tan malas calificaciones había arrojado.

Y estos son los datos. En el primer examen, los resultados fueron los siguientes: 

  • Estudiantes presentados: 25
  • Estudiantes aprobados: 7
  • Estudiantes suspendidos 18
  • % de suspensos: 72%

En el segundo examen, estos fueron los resultados:

  • Estudiantes presentados: 21
  • Estudiantes aprobados: 17
  • Estudiantes suspendidos 4
  • % de suspensos: 19%

Como se puede observar, la evolución del porcentaje de suspensos ha disminuido en 53 puntos porcentuales, lo que representa una más que satisfactoria prueba de la evolución del aprendizaje por parte de los estudiantes ante el cambio del modelo pedagógico, que ha evolucionado de un aprendizaje pasivo a un aprendizaje activo.