Uno de los mayores problemas con el que nos encontramos cuando nuestros alumnos trabajan por proyectos es que no todos se implican en sus roles como deberían. Luego, algunos de ellos se nos quejan porque sus compañeros no han hecho la parte de trabajo que les tocaba y, en cambio, obtenían la misma nota que ellos; otros nos explican que no pueden colaborar porque el líder o los líderes no les dejan; y los padres, en las tutorías, también nos hablan de los problemas que ha tenido su hijo porque era el único que trabajaba, y eso no es justo… Y así, unas cuantas quejas más.
Estrategias de mejora
Creo que hay evidencias claras de las virtudes de trabajar en grupo y sumar capacidades para resolver la situación que se les plantee, además de los beneficios que proporciona en el ámbito social. Pero también está claro que la implicación y visión que tienen los alumnos, muchas veces, no responden a los propósitos del trabajo colaborativo. Si a eso sumamos que algunos docentes evalúan únicamente el producto final, el beneficio académico de los trabajos colaborativos queda en entredicho. Es por eso que debemos buscar estrategias que nos permitan valorar esa implicación y trabajo real de los alumnos en sus grupos. En mi caso, utilizo dos que os comparto en estas líneas, por si os ayudan.
a) Hoja de Reflexión del grupo: deben rellenarla al finalizar la semana, en grupo y con honestidad. Todos deben participar y procurar la crítica constructiva, tratando de potenciar el compromiso personal por el bien de uno mismo y del grupo. Hay una hoja por semana. Esta actividad, en la que trabajan la metacognición, no tiene reflejo en la nota, lo que les da más tranquilidad para rellenarla con buenos y sinceros propósitos. (Se puede descargar un modelo de hoja de reflexión aquí)
b) Control de Aprendizaje: en algún momento del último día de la semana que tengo clase con ellos, les digo que dejen por unos momentos el trabajo en equipo y les lanzo un control de aprendizaje, esto es, una prueba de conceptos en la que deben demostrar que recuerdan y comprenden (taxonomía de Bloom), a la que deben responder individualmente. Para ello, utilizo formularios de Google o lo hago a través de iDoceo, que ya contempla la posibilidad de hacer exámenes tipo test. La idea es doble: por un lado, tratar de hacerles ver que cada uno debe aprender las ideas y conceptos que hay detrás del proyecto. El producto final es importante, pero el proceso y los conocimientos que deben adquirir, también (¡incluso, más!). Por otro lado, tienen que ser conscientes de que el aprendizaje debe ser individual; cada uno debe responsabilizarse de su propio aprendizaje. Creo que esta idea hay que reforzarla, ya que muchos obvian ese aprendizaje de conceptos a nivel individual, probablemente por una mala concepción de lo que significa trabajar en grupo.
A estas, añado la estrategia de un compañero, que en sus clases utiliza lo que él mismo define como el momento invisible del profesor: se coloca en una posición relativamente lejana a los grupos de trabajo y, desde ahí, observa y toma notas de cómo trabajan sus alumnos en cada sesión.
Estoy seguro de que hay más estrategias para lograr romper con esa sensación –¡bastante extendida!– de que los trabajos colaborativos no son todo lo justos que deberían ser con todos los integrantes de un grupo. Si alguien quiere compartir las suyas, puede dejar un comentario bajo estas líneas.
Deja tu comentario