Uno de los errores más arraigados en el ámbito educativo es la creencia de que el conocimiento es un hecho racional, que poco o nada tiene que ver con las emociones. El establecimiento de vínculos, basados en una mejora de nuestras capacidades comunicativas, favorece el aprendizaje.

Para darle totalmente la vuelta a nuestra clase, no bastaría un modelo Flipped Classroom centrado en lo académico. Debemos también voltear lo emocional, traer a clase lo que solemos dejar fuera, nuestras relaciones interpersonales. El aprendizaje del siglo XXI no tiene ningún sentido sin ellas.

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