Esta vez se me ha ocurrido que en vez de escribir un artículo «al uso» voy a utilizar el formato de entrevista; y, aunque parezca un poco raro, me voy a hacer una entrevista a mí mismo.

Aunque en este artículo me referiré principalmente a su aplicación en el aula, la Flipped Classroom también es una metodología que pueden utilizar los padres y madres con sus hijos; te lo cuento al final de la entrevista, si te parece. ¡Comenzamos!

Buenos días Pablo, últimamente se habla mucho en los blogs de educación sobre el modelo de Flipped Classroom o “clase invertida” (que es como se suele traducir), ¿Me podrías explicar brevemente en qué consiste este modelo y cuáles son sus diferencias con la manera “tradicional” de dar clase?

Para explicarte qué es la Flipped Classroom voy a comenzar recordando a grandes rasgos cuál es la metodología tradicional que lleva utilizándose en nuestras escuelas los últimos 50 años aproximadamente: el profesor, durante la clase, explicaba los contenidos a los alumnos y estos tomaban apuntes, o simplemente escuchaban para comprenderlos. Al finalizar la sesión de clase, el profesor mandaba deberes para que el alumno los realizase en su casa; estas actividades que el profesor mandaba para casa eran corregidas al día siguiente cuando los alumnos volvían a clase.

Lo que propone esta nueva metodología es «darle la vuelta» a la clase, es decir los contenidos teóricos los estudia el alumno en su casa antes de la clase y así, cuando el alumno llega a clase al día siguiente, el profesor dedica el tiempo que está con el alumno a realizar las actividades que tradicionalmente se mandaban para casa.

 

Después de oír tu explicación, me surge esta pregunta: ¿por qué  cambiar la metodología que se lleva utilizando los últimos 50 años? ¿Qué ocurre, que «lo antiguo» no funciona actualmente?

La metodología que denominamos «tradicional» responde a una época en la que el poseedor de conocimiento era el profesor, pues sólo había 2 maneras de aprender algo: o preguntar al profesor o leerlo en el libro de texto. Y, seguramente, era un buen método de enseñanza en aquellos tiempos… Pero actualmente, vivimos en un mundo de información globalizada y cualquier persona que tenga acceso a internet desde un dispositivo móvil o un ordenador posee ya todo el conocimiento que necesita para realizar cualquier tarea ¿Qué sentido tiene entonces seguir explicándole y dándole contenidos teóricos a quien los puede conseguir por sí mismo?

 

Entonces, según lo que acabas de decir, la gente podría pensar ¿para qué necesitamos profesores hoy en día si un niño  puede conseguir toda la información por sí mismo? 

Es muy lógico pensar esto, pues ,sinceramente, creo que actualmente los alumnos no necesitarían profesores «tradicionales» para aprender de la manera en como se hacía hace 50 años, pues podrían aprender ellos solos buscando información en Internet.

Sin embargo, creo que los profesores son imprescindibles hoy más que nunca para que un alumno pueda aprender adecuadamente. Me explico: hoy en día es cierto que el acceso a la información para un alumno es inmediato e limitado, y por eso la clave en el proceso educativo va a estar en cómo ese alumno procesa, critica, discrimina, comprende y relaciona toda esa información a la que accede. Y es ahí donde el papel del profesor se vuelve fundamental: el profesor tiene que dejar de ser transmisor de conocimientos para ser guía del aprendizaje. 

 

Y tú, ¿por qué empezaste utilizar esta metodología en tus asignaturas?

Pues fue de pura casualidad (aunque estoy convencido de que las casualidades no existen, pues todo en la vida ocurre por algo); fue en una conversación informal con un informático que vino a mi colegio y que me comentó que su hijo (que estudiaba en Estados Unidos) aprendía de esta manera.

Yo llevaba ya tiempo «descontento» con la metodología tradicional que yo estaba utilizando (¡y eso que yo usaba el Powerpoint para explicar en mis clases y así sentirme de lo más innovador!); era frustrante, porque observaba que mis alumnos no aprovechaban al 100% mis explicaciones durante el tiempo de clase, y mucho menos el tiempo que trabajaban en casa haciendo deberes, pues muchos de ellos se ponían a hacer las tareas sin haber entendido la explicación de clase; y entonces me encontraba, al día siguiente, volviendo a explicar lo del día anterior.

Otra cosa que me dejaba muy disgusto era ver casi todos los días alumnos (míos y de otras asignaturas) copiando los ejercicios de los compañeros al llegar a mi clase, en los recreos, en el bus… Y me surgía esta pregunta: ¿Cómo puede comprobar el profesor que el niño lo ha hecho y lo ha entendido? Porque puede haberle hecho los deberes su madre, su padre, en la academia, los puede haber copiado… El profesor, en la clase tradicional, no ve al niño cuando está trabajando, en la clase invertida sí; ¡y hasta le puede ayudar cuando encuentra una dificultad!

 

Y entonces, ¿qué hiciste?

Me puse a investigar qué era eso de la clase invertida y me di cuenta de que esa metodología me iba a permitir hacer varias cosas que echaba de menos en mi día a día en el aula:

  • en primer lugar el profesor estaba presente cuando el alumno realizaba las actividades, que es cuando van a surgir las dudas, y así podía ir resolviéndolas según el alumno iba avanzando en sus tareas (sin que el alumno tuviese que esperar al día siguiente a llegar a clase y preguntárselas al profesor).
  • Además, esta metodología me permite que el aprendizaje de los alumnos sea mucho más activo, pues ya no vale con «sentarse y escuchar» el rollo del profe. Ahora mis alumnos están trabajando y aprendiendo todo el tiempo que dura la clase.
  • Otra de las cosas que echaba en falta con la clase tradicional era el poder atender a la diversidad de mis alumnos, pues yo antes explicaba lo mismo «para todos». Con la metodología Flipped cada alumno escucha una explicación mediante un video o una lectura (en su casa) todas las veces que necesita, hasta que lo comprende. Y, cuando llega al aula, el alumno que todavía tiene alguna duda recibe una explicación personalizada del profesor, mientras que los alumnos que han comprendido los contenidos se ponen inmediatamente a trabajar (sin tener que perder el tiempo volviendo a escuchar explicaciones de lo que ya han comprendido)
  • Aunque tiene muchas otras ventajas, y para no extenderme mucho, por último quiero resaltar que esta metodología me permite ahora tener todo el tiempo de clase para trabajar con actividades y metodologías activas que antes no podía, pues el tiempo de clase «se iba en explicaciones teóricas». Ahora puedo, durante mis clases, realizar actividades de aprendizaje cooperativo, trabajar por proyectos, preparar distintas actividades para que los alumnos aprendan utilizando sus inteligencias múltiples, hacer debates, dejar que los alumnos preparen un tema y lo expongan a sus compañeros, hacer más prácticas en el laboratorio… Y todo aquello que hace mucho más amenas las clases y mucho más entretenido el acto de aprender.  Y esto supone, además, un «subidón» para el profesor. ¡No te puedes imaginar lo gratificante que es ahora ir a clase! y ver que los alumnos trabajan contentos, que suena el timbre del recreo y (a veces) la mayoría de mis alumnos no se levantan y salen corriendo sino que quieren terminar de hacer aquello en lo que están concentrados.

 

Supongo que sabrás que hay muchos padres que están preocupados por la cantidad de deberes que los profesores mandan a sus hijos para casa. ¿Con esta metodología se reduciría el tiempo que los niños dedican a los deberes en casa?

Evidentemente, porque si el niño está una hora entera en clase haciendo actividades de lengua, matemáticas, o cualquier otra asignatura es lógico que ya no va a tener que hacer esas actividades en casa; mientras que si en clase el profesor se dedica a explicar, luego el alumno tendrá que hacer todas esas tareas en su casa. Además, hay otro aspecto importante a tener en cuenta: muchos de los deberes que se mandan para casa hoy en día son meramente repetitivos, bajo la excusa de «crear hábitos» en el niño. Como en esta metodología ese “crear hábitos” se hace en el aula, no tienen sentido esa cantidad desmesurada de deberes. Lo que sí puede hacer el profesor es mandar alguna tarea a algunos alumnos (y no tareas “para todos”) para que el alumno que lo necesite refuerce algún contenido no aprendido, profundice en un algún aspecto, o siga investigando y aprendiendo en ese tema que tanto le gusta; ¿a que suena bien?

 

Pues sí, me está gustando mucho lo que me cuentas, pero algún profesor de los llamados «tradicionales» que te esté escuchando podría pensar que esto es «demasiado bonito». ¿Qué inconvenientes tiene esta metodología? Pues supongo que los tendrá…

Cierto, no todo es » de color de rosa». Te voy a comentar 3 inconvenientes u obstáculos que yo me he ido encontrando en estos años que llevo utilizando esta metodología.

  1. En primer lugar, para el profesor supone bastante más trabajo que la clase tradicional. Como comprenderás, es más fácil llegar a clase y «soltar el rollo» que grabar o buscar un video chulo que explique de forma amena los contenidos y luego, además, pensar múltiples actividades para que tus alumnos trabajen el aula y no se aburran.
  2. En segundo lugar están los alumnos, que llevan toda su vida escolar aprendiendo con el método «tradicional» y, por eso, muchos de ellos, prefieren seguir aprendiendo de forma pasiva y no les gusta demasiado que los pongas a trabajar en clase (la mayoría de nuestros alumnos están acostumbrados a «soportar» las explicaciones del profesor y luego ya se buscan la vida en casa, en la academia… para hacer los deberes o resolver sus dudas)
  3. Por último, a las familias también les cuesta entender esta nueva manera de aprender. Como a los padres les han enseñado de la manera tradicional, a veces se preguntan: Y si el profesor ya no explica en clase, ¿entonces que va a hacer ahora? Muchos padres piensan que los mejores profesores de ahora siguen siendo los que se pasan todo el rato en clase explicando; piensan que cuanto más le expliquen las cosas a su hijo mejor aprenderá. Quizás es porque ellos recuerdan algún profesor que les dio clase de una manera magistral durante «aquellos maravillosos años» en los que ellos iban a la escuela… y les gustaba escucharlo. Pero los padres no deben olvidar que los niños de ahora distan mucho de ser como éramos nosotros de pequeños: a nuestros hijos ahora les sobra información y lo que les falta es capacidad crítica para procesarla e integrarla en sus cerebros ¡¡Y ese es el gran reto de los profesores del siglo XXI !!

 

Por último, te quiero preguntar: si yo fuese un profesor de los «tradicionales» y me quisiese formar en esta metodología, ¿Cuánto dinero me tendría que gastar para formarme? ¿ A qué lugares tendría que viajar para poder asistir a cursos de calidad?

¿Sabes cuánto me ha costado a mí formarme en esta metodología? Cero euros.

Hoy en día no hay excusas para formarse. Existe una página web en España  en la que puedes encontrar un montón de información, formación y experiencias docentes de todas las etapas. Por cierto, hace tiempo he publicado en esta web un artículo sobre cómo utilizo yo esta metodología en mis prácticas de laboratorio con alumnos de 3º de la ESO.

Además en YouTube tienes canales específicos de este tipo de metodología y multitud de vídeos donde los docentes explican sus experiencias. Y si necesitas un curso de formación, también hay cursos online muy buenos y gratuitos.

 

Al comienzo de la entrevista nos decías que esta metodología también la podían utilizar los padres en casa. ¿Podrías explicarnos esto un poco, para terminar? 

Por supuesto, ¿qué hacemos cuando nuestros hijos nos preguntan algo? Normalmente les damos la información al instante. Esto, en el fondo es como la metodología “tradicional” pues nosotros nos convertimos en la fuente de información y, por tanto, su cerebro solamente escucha y asimila información. ¿Se podría hacer de otra manera?

Yo os propongo lo siguiente: cuando vuestros hijos os pregunten sobre algo, permitidle el acceso a esa información (bien sea leyendo un libro, buscando en internet, una canción…) y luego hacerle vosotros una pregunta para ver si él ha comprendido lo que os estaba preguntando. De esta manera tan sencilla convertiremos su aprendizaje «pasivo» (recibir información) en un aprendizaje activo y significativo (buscarla y asimilarla por sí mismo).