Una aproximación sumamente interesante relacionada con el concepto de flipped learning es el planteamiento de tareas, trabajos o proyectos en grupo, para ser realizados fuera del aula, pero con el objetivo posterior de la puesta en común en el aula.

La mecánica consistiría básicamente en crear unos grupos de trabajo estables para el curso, o el período que consideremos, procurando que todos los grupos guarden equilibrio en cuanto a su composición, atendiendo al buen criterio que para ello tendrá el profesor. Suele ser buena idea nombrar un portavoz, capitán o responsable que creamos que pueda tirar del grupo.

Los grupos, una vez consituidos, trabajarán siempre fuera de clase, pero atendiendo a dos premisas esenciales a la hora de proponer las tareas a realizar por el grupo. Por un lado, las tareas deben dimensionarse para que el tiempo semanal dedicado a ellas no sea excesivo (dos horas semanales, por ejemplo, podría ser más que suficiente). Por otro lado, y aquí se halla otra característica esencial, todas las tareas deben poder realizarse sin que los alumnos necesiten reunirse físicamente, porque vamos a fomentar la comunicación y trabajo virtual en grupo, valiéndonos para ello de alguna herramienta o entorno virtual adecuado.

El objetivo aquí es que, aunque cada alumno deba realizar pequeñas tareas de forma individual e independiente, lo haga de forma colaborativa y coordinada, logrando que la comunicación fluya y que los alumnos aprendan a trabajar virtualmente de forma conjunta, una forma de trabajo cada vez más habitual en cualquier ámbito y en el actual mercado de trabajo.

Para dar más valor al aula y emulando la inserción de grupos de trabajo en proyectos o tareas más amplias, de forma periódica habrá sesiones flipped presenciales en el aula de puesta en común. Dependiendo del tipo de tarea o proyecto, puede tratarse de debates, pequeñas presentaciones, exposiciones, demostraciones, reuniones de seguimiento, etc. La idea es la puesta en común y que el resto de grupos puedan aportar su opinión y crítica y eventualmente reorientar el trabajo, aprender unos grupos de otros y también ayudar a que puedan surgir sinergias entre los distintos grupos.

De forma complementaria, considero que sería una excelente idea introducir algún mecanismo de gamificación (ver, por ejemplo, mi anterior artículo). También podemos usar alguna herramienta simple, como Flippity, donde podemos ir anotando los puntos de cada grupo y la clasificación, tal y como nos aconseja Francisco Javier en su reciente artículo.

Para ello, además de que el profesor pueda ir otorgando puntos por hitos intermedios o ciertos logros alcanzados, podemos también proponer que en las sesiones de aula cada grupo sea puntuado por los demás (e incluso por el propio profesor), atendiendo a una rúbrica diseñada por el profesor y previamente conocida por todos. El objetivo, como siempre, es divertirse y motivar a la vez que se aprende, aunque en este caso estamos persiguiendo además una importante competencia transversal como es el trabajo y la comunicación en grupos virtuales.

En próximas entradas os hablaré de distintas plataformas de tipo colaborativo para trabajo en grupos virtuales, pero esencialmente puedo adelantaros que hay dos tipos de entornos. Por un lado, estarían las plataformas orientadas a la mensajería instantánea, es decir, similares a Whatsapp o Telegram, muy usadas en el ámbito empresarial, esencialmente en las empresas de tecnología. De este tipo, os recomiendo encarecidamente Slack, que es la más usada en el Silicon Valley. Otro tipo de plataformas muy usadas son las redes sociales, de tipo privado u orientadas a la docencia, y que permiten crear grupos que incorporan múltiples herramientas orientadas hacia el trabajo en grupo. Dentro de las plataformas de tipo educativo, podemos optar por SocialWire o Edmodo y dentro de las usadas en el ámbito corporativo destaca Yammer de Microsoft.