De los tres años que llevo aplicando el modelo Flipped Classroom en mis clases, la verdad es que este es, sin duda, el mejor de todos. Estoy convencido de que la experiencia personal ha sido clave en ello (por esta razón, siempre recomiendo tener paciencia cuando alguien decide comenzar a flipear la clase). Pero hay más aspectos que, en mayor o menor medida, intervienen en este logro alcanzado. Destacaría, de forma especial, Construyendo una maqueta de DNA la actitud de mis alumnos de Biología de 4º de ESO del presente curso. Desde el primer momento, ya pude percibir la fantástica predisposición que mostraban ante la nueva fórmula académica: escucharme en casa y dedicar el tiempo de clase a profundizar en los temas con actividades, debates, trabajos en equipo, proyectos, ejercicios… Les había explicado con detalle en qué consistía invertir la clase –suelo dedicar dos o tres sesiones a esto al comenzar el curso– , de modo que sabían que cuando necesitaran aclarar algún concepto, resolver las dudas, solventar problemas o trabajar de forma activa, podrían contar conmigo ¡en el aula! para ayudarles. Ese es uno de los puntos fuertes de la clase inversa; y a ellos les gustó.

A lo largo de estos meses, hemos vivido grandes momentos de aprendizaje. Acompañando estas líneas, os presento uno de ellos en formato vídeo, que resume una de las últimas actividades que hemos realizado en el aula: construir una maqueta de DNA, cuyo objetivo ha sido asentar los conceptos que aprendieron en casa viendo los vídeos de este tema. Trabajar sus componentes, los emparejamientos «obligados» de sus bases, los enlaces o la distribución espacial de esta gran molécula ayuda a comprender de forma más consistente la importancia del DNA en Biología.

Esta grabación supone, para nosotros, el broche de oro a unas semanas fantásticas de aprendizaje activo, colaboración y compañerismo.

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