Estamos acostumbrados a que los niveles cognitivos más básicos se trabajen en la clase tradicional, los profesores, o bien tenemos miedo de salirnos de lo que se ha hecho siempre, probablemente porque no sabemos evaluar trabajos de otra índole, o bien nos preocupa pensar que no todos nuestros alumnos alcanzarán los mínimos requeridos. Yo presupongo que todos nosotros tenemos vocación y queremos que todos nuestros alumnos saquen lo mejor de si mismos, que desarrollen todo su potencial. Es nuestro sueño.

Qué bien suena eso de que el alumno sea protagonista y esté comprometido con su propio aprendizaje, qué lejos parece, pero qué cerca puede estar…

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The flipped classroom o clase inversa supone un cambio esencial: Para empezar, en el profesor, que debería quitarse esos prejuicios y confiar un poco más en su experiencia y su capacidad de asumir nuevos retos y saber que, seguramente, algunas veces se equivocará y tendrá que reajustar su metodología. Para seguir, en el alumno, que ha de dar un giro a su forma de aprender, y asimilar que aprender puede ser y es apasionante.

Esta metodología plantea que los primeros niveles cognitivos sean abordados por el alumno en su trabajo diario. En lo que tradicionalmente hemos llamado la tarea o los deberes es donde éste se pone en contacto con los conceptos básicos que el profesor le ha facilitado para seguir en clase con actividades de mayor nivel (lo ideal es que el profesor grabe sus propios vídeos y los suba a diferentes soportes para que el alumno, sea cual sea su circunstancia, pueda tener acceso a ellos). La ventaja de la toma de contacto en casa es que el alumno puede ver, leer o escuchar cada recurso cuantas veces necesite, con lo que adaptamos el recurso a la exacta necesidad de cada uno.

El profesor puede continuar su labor docente organizando grupos de trabajo a los que asigna diferentes actividades de mayor nivel cognitivo que el puro identificar, nombrar, definir, describir, etc. En esta segunda fase, los alumnos están preparados para analizar, comparar, agrupar o secuenciar. Es ahora cuando el profesor asesora al alumno, le resuelve lo que necesita, le orienta o guía. El profesor tiene más tiempo para cada alumno, no ha utilizado la clase para leer lo que está en cualquier sitio (internet es una fuente inagotable ). Ademas, tenemos un ambiente de participación y trabajo. Este sistema garantiza que el docente conocerá a todos sus estudiantes y, por tanto, podrá evaluar su trabajo con mucha más información. La relación profesor-alumno se fortalece. La utilización de las tecnologías trae como consecuencia la mayor participación del profesor en el proceso de aprendizaje del alumno. La implicación del alumno es, asimismo, mucho mayor. Además, de mayor calidad.

En una tercera fase, el profesor propone nuevos retos en los que el nivel cognitivo es de alto nivel, los alumnos tendrán que formular hipótesis, evaluar, predecir, resolver problemas con soluciones de tipo multidisciplinar. ¿Por qué no extrapolar temas interesantes y aportar ideas enfocadas a las necesidades de la comunidad? En el futuro, nuestros estudiantes se enfrentarán a un mundo laboral en el que el pensamiento crítico y la resolución de problemas son valores seguros. Además, ellos ya sabrán trabajar en equipo. Utilicemos el cerebro. Ahora es el mejor momento.