Si miramos de  cerca una buena clase de educación infantil en la que se cumplen estos pilares básicos y le damos a cada uno la importancia que tiene, encontraremos una buena conexión entre lo que una buena clase inversa busca y, por tanto, lo que hará de la educación algo mucho más adaptado a las necesidades reales. Adaptado del artículo de Sam Gliksman Eight ways kindergarten holds the key to 21st-century instruction, trataremos de encontrar la conexión entre cada pilar y el modelo flipped.

Los cambios educativos «revolucionarios» que buscamos, en realidad, se encuentran en las aulas de infantil, sólo sería necesario que el resto de la escuela se pareciera un poco a éstas.

Así, ocho pilares importantes de una educación del siglo XXI se pueden encontrar en la mayoría de las aulas de infantil:

 1. EL juego

La primera regla infantil es divertirse. A nuestros estudiantes más jóvenes les encanta venir a la escuela; si algún niño no parece feliz, encontrar y solucionar el problema se convierte en algo prioritario. El juego es un método muy eficaz de aprendizaje informal que requiere imaginación y creatividad Los niños que están contentos en clase no tienen prisa por salir, están involucrados y entusiasmados con la actividad que realizan

Conforme los niños crecen, sin embargo, el juego comienza a tomar tinte más «académico». Esto es consecuencia, muchas veces, de decisiones tomadas por personas que desconocen la realidad educativa.

El modelo flipped busca alumnos que se involucren en la tarea, lo cual no significa falta de esfuerzo o juego entendido como entretenimiento vacío de contenido. El juego puede ser una muy preciada fuente de aprendizaje con significado para nuestros alumnos. Baste la práctica de ejercicios matemáticos en una tableta con fases con cada vez más dificultad como ejemplo, o la representación teatral de una obra que refleje las características sociales y económicas de una época, por ejemplo.

 2. Creatiidad

http://www.dreamstime.com/stock-photo-bulb-arrow-show-different-creativity-word-image29081030 La creatividad se está perdiendo en la confusión de la «vuelta a lo básico», movimiento de la escuela actual. La creatividad es necesaria en el siglo XXI en todos los ámbitos, no sólo por lo rápido que están cambiando los tiempos, también es un elemento codiciado por cualquier empresario. En infantil se anima a los niños a pensar y actuar de forma creativa; además, se facilita un entorno colorido, flexible, con amplios espacios para moverse. Si comparamos este ambiente con el que se encuentran en cursos superiores en los que se exige seguir la norma, nos damos cuenta de que reducimos el amor por crear a la mínima expresión, por no decir que matamos la ilusión por el arte, entendido como algo creativo. Conforme avanzamos en edad, vamos haciendo desaparecer ese tan buscado, por otro lado, sentido creativo.

EL modelo flipped busca personas que alcancen su máximo potencial, no limita a lo que el profesor sabe (o cree que sabe) sino que pone el listón muy por encima. La creatividad puede suponer el punto mas alto de un buen conocimiento.

3. Socialización

Entendemos que los niños pequeños son sociales por naturaleza y les animamos a mezclarse. En  lugar de sentarles solos en pupitres mirando al frente de la clase, les permitimos vagar y socializar. Es importante destacar que reconocemos el valor que tiene que trabajen juntos en grupos pequeños.

Cuando los estudiantes crecen y tratan de trabajar juntos, a menudo lo interpretamos como pérdida de tiempo, la mayor parte del tiempo esperamos que estén trabajando de forma individual. La socialización se considera una actividad extra-curricular que no tiene cabida en el mundo académico serio, aunque ¿No cambia esto en el mundo profesional, donde se exige un buen trabajo en equipo?

Invertir la clase comienza por hacer flexibles los espacios para favorecer este intercambio en el que todos los alumnos salen ganando, aunque a veces suponga un esfuerzo para el profesor, que tiene que adaptarse a ese «caos controlado».

 4. Descubrimiento

Los niños sienten una curiosidad innata, les encanta explorar el mundo que les rodea. Ellos, de forma natural, observan, hacen preguntas, y exigen respuestas. Una clase de infantil podría estar dedicada a explorar un bicho que un niño ha traído del patio, o a escuchar una historia de un padre que tiene una profesión interesante. Su mundo es un patio de recreo en el que puede explorar constantemente.

A medida que crecen, se encuentran con cursos muy bien organizados con el contenido predeterminado. Las preguntas más importantes y las cuestiones que normalmente requieren discusión y explicación son dejadas de lado, porque no encajan en el programa. ¿Cuántas veces se puede escuchar «no tenemos tiempo para eso hoy»? Si han conseguido acabar el temario, puede haber algo de tiempo para explorar un tema de interés. Mientras tanto, la exploración se queda a la espera.

Dar la vuelta a la clase pasa por investigar, buscar, analizar, ir más allá, hasta donde se pueda. No debemos tener miedo de interrumpir la clase para llegar al fondo de temas que son realmente interesantes, que sirven de anzuelo para que nuestros alumnos tiren y hagan nuevos descubrimientos emocionantes para ellos.