• Quinto problema, consecuente de todo lo anterior: tiempo. Tener que crear vídeos (en dos niveles diferentes puesto que pese a trabajar mismos contenidos, pertenecen a dos niveles educativos distintos), cortos y consecutivos; comprobarlos; entregárselos a cada uno de ellos o subirlos a Edmodo (red social online con la que trabajamos en el aula), para que luego cada uno de ellos lo descargue en tiempo de clase y, finalmente, corregir sus actividades y planificar a partir de sus resultados, la secuencia de aprendizaje posterior; supone destinar una cantidad de tiempo considerable. Y créanme, en este tipo de aulas, el tiempo no sobra.

  • Sexto y último problema: el cambio pedagógico y metodológico, no es fácil de asimilar por un alumnado acostumbrado a trabajar justamente al revés. Solución: explicar el modelo. Que entiendan que no es un capricho, sino que puede mejorar su aprendizaje, pero requiere, como cualquier otro, de cierto interés, esfuerzo y dedicación por su parte.

Saber adaptarse a esos condicionantes ha sido clave para poder desarrollar la propuesta. Y los resultados han llegado. En varios ámbitos:

  • aprendizaje autónomo El alumnado comienza a ser más autónomo respecto a su propio aprendizaje. Por un lado, comprende que existen recursos en la Red, que pueden utilizar. Que solo tienen que buscar y analizar lo que sirve y lo que no. Por otro, realizan un trabajo cognitivo más profundo a la hora de enfrentarse a los contenidos. Se auto-evalúan para saber si han entendido lo que se recoge en el vídeo y si no es así, volver a verlo o plantear previamente, las dudas que luego me trasladan en el aula.

 

  • Se aprovecha mejor el tiempo del aula, centrándonos en las dudas concretas y pudiendo desarrollar actividades más sofisticadas y menos rutinarias, de modo que mejora su motivación. Se produce un verdadero avance en cada sesión, puliendo los defectos que pueda presentar cada uno, en la comprensión y ejecución.
  • Han pasado de tener unos resultados pobres en esta materia, en cursos anteriores; a superar los contenidos propuestos con cierta suficiencia (dos de los tres, de forma notable).

 

  • Cuestionados al finalizar el curso, acerca de sus asignaturas preferidas y sobre las menos valoradas, las matemáticas si bien no han pasado al primer grupo, en los tres casos, al menos, han desaparecido del segundo.

 

  • Por último y no por ello menos importante, este enfoque me ha liberado a mi, durante largos momentos de la sesión, para poder atender al resto de sus compañeros, puesto que sus dudas ahora son más puntuales y no requieren de largas explicaciones. ¡Y siempre estoy disponible en los vídeos!

¿Y ya está? ¿Eso es todo lo que he flippeado mi aula unitaria? ¡No! Viendo los buenos resultados, he ido introduciendo este modelo, aunque de forma menos estructurada, más puntual, en las programaciones del resto del alumnado. Y siempre teniendo en cuanta, la carencia de tecnología en las casas y el centro, que he intentado superar con otro tipo de recursos. Algunos ejemplos son:

  • En Educación Infantil, al inicio de cada nuevo número o letra trabajada, les entregaba el día antes una pieza de madera con dicho número o letra, de modo que, según su nivel, debían decirme si habían encontrado esa misma forma en algún lugar de su casa o del pueblo. Al día siguiente, ya en clase, trabajábamos sobre los descubrimientos que habían hecho el día antes y comenzábamos un trabajo más específico. En otras ocasiones, les pedía que me trajeran una réplica hecha con un trocito de plastilina que se llevaban.

También trabajamos las familias de animales con sus peluches o juguetes, teniendo ellos que, con ayuda de sus familiares, seleccionar de entre ellos, una muestra de animales que nacen del vientre de su mamá o de huevos, etc. para posteriormente, en clase, realizar explicaciones de los motivos o ampliar el repertorio.

  • En Educación Primaria, por ejemplo, se les entregó un reloj de agujas y uno digital a cada una respectivamente, durante dos días, para que dibujasen en su cuaderno, lo que aparecía en el reloj, en momentos puntuales y cotidianos de su vida. De este modo, se acostumbraron a ver el movimiento de las agujas y la variación de los dígitos; y a asociar esos momentos puntuales a horas concretas. Después, en clase, intercambiaron sus hojas y llegaron a ciertas conclusiones de forma autónoma: la aguja pequeña da dos vueltas cada día, la equivalencia entre las horas marcadas cada 12 o cada 24. Finalmente, con mi ayuda superaron algunas dudas que aun mantenían y hoy ambas saben decir la hora con ambos relojes, con una sola sesión de trabajo en clase.

 

Se me ocurren algunas experiencias más, pero creo que más o menos, la postura ha quedado clara. Espero que sirva mi humilde experiencia, para que otros puedan sacar conclusiones que puedan aplicar.

Por último, me gustaría hacer un último comentario. Un aula unitaria, dentro de un entorno rural, tiene unas características propias, que deben ser tenidas en cuenta por cualquier paradigma o modelo pedagógico, tanto por las condiciones del entorno sociocultural, como por la estructura multinivel del aula. Las propuestas, deben reconocer que no siempre nos encontramos en entornos urbanos, hiperdesarrollados, con abundantes recursos tecnológicos y de ahí que sea necesario el análisis de los diferentes entornos de aprendizaje que tienen lugar, según su contexto. Tanto por parte de los teóricos, que formulan las propuestas sobre el papel (o cualquier formato multimedia); como de aquellos que quieren llevarlo al aula y que no deben desanimarse ni rechazar la propuesta, por carecer de los recursos “ordinarios” para implementarlas. La imaginación siempre es el mejor recurso.

Saludos, Javi.